Los 50 años del álbum de debut de Pink Floyd
Grabado en el período previo al Verano del Amor en un estudio junto al que los Beatles estaban dando los toques finales a Sgt Pepper, The Piper at the Gates of Dawn es hoy por hoy uno de los discos esenciales de todos los tiempos.
En 1965, Barrett y Waters conocieron al batería Nick Mason y al teclista Richard Wright y formaron una banda. Con Barrett en el timón creativo, Piper At The Gates of Dawn de 1967 y A Saucerful Of Secrets de 1968 reflejaron la floreciente escena psicodélica de Londres, donde Pink Floyd había fijado su residencia en el Marquee Club y otros enclaves . Sin embargo, a pesar de la reputación de la banda de expansión trippy, Barrett también tuvo un oído para el pop: sus primeros singles See Emily Play y Arnold Layne fueron dos grandes éxitos en su país. Tal vez fue por eso por lo que, en una decisión acertada, EMI les diera carta blanca para crear el álbum que realmente querían. Y así hicieron.
Los cuentos sobre gatos, zapatos de plata, unicornios, ratones llamados Gerald, gnomos o el I Ching ahora nos sonarán completamente extraños, pero en 1967 eran frescos y novedosos. A los 24 años, Barrett se adentró en un mundo psicológico que giraba entre los maravillosos descubrimientos de la infancia y las trágicas revelaciones de una vida finita. Si a todo ello sumamos la exploración de sonidos y acordes poco habituales convierten a The Piper at the Gates of Dawn en una de las óperas primas fundamentales en la psicodelia de los 60.
Sin embargo, cara y cruz, Barrett tristemente fue una víctima de la experimentación de la era LSD, un brillante compositor y ejecutante cuyo comportamiento inestable se estaba convirtiendo en un perjuicio para el grupo. Barrett dejó de tocar con la banda -tanto en directo como en el estudio-en enero de 1968 justo después de que Gilmour se uniera. Su salida no fue anunciada oficialmente hasta abril de ese año.