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Los 30 años del debut de Jeff Buckley

Hace hoy 30 años se publicaba en Europa, antes que en EEUU, uno de los discos de debut más inspirados de todos los tiempos, completamente ajeno a los estilos que imperaban en los 90s y, sin embargo, representativo de toda una década.

«Las palabras son realmente hermosas, pero limitadas. Las palabras son muy masculinas, muy estructuradas. Pero la voz es el inframundo, la oscuridad, donde no hay nada a qué aferrarse. La voz proviene de una parte de ti que simplemente sabe, expresa y es. Necesito habitar cada parte de la letra, o de lo contrario no podré llevarte a la canción, y entonces serán solo palabras». Jeff Buckley es la excepción, con mayúsculas, a la regla general que dice “De padre santo, hijo diablo”. Por la experiencia sabemos que pocos son casos que encontremos en que las carreras musicales de los vástagos del rock puedan igualarse, y mucho menos superar, a las de sus progenitores. En el caso de Buckley no sólo hizo gala de ser hijo de su padre, un enorme músico como Tim Buckley, sino que se labró una corta carrera que hizo de él una leyenda.

Precisamente su primera actuación pública fue, en abril de 1991, en un tributo a su padre, a quien apenas había visto dos veces a lo largo de su vida, en la iglesia de St. Ann de Nueva York . Le convencieron para participar en el homenaje, pese a que él no se sentía muy cómodo cantando, ya que prefería tocar la guitarra. Pero sentía que era una forma de reconciliarse con su padre. Cuando comenzó, todo el auditorio- gran parte del cuál había trabajado con Tim Buckley- enmudeció.  Según las propias palabras de Jackson Browne, que asistió al acto:

“Jeff, que se había presentado como Jeff Scott Buckley, comenzó a tocar la guitarra, con Gary Lucas junto a él. Era I never asked to be your mountain, la canción que Tim había compuesto para su ex-esposa Mary y su hijo Jeff. El público, de repente, comenzó a dejar de mirar sus relojes. Después de una hora de música esotérica, por fin encontraba una canción de Tim reconocible, que emanaba de una cara reconocible y cantada con una voz familiar, si acaso más profunda”.

Jeff fue aplaudido con emoción y aún interpretó unas cuantas canciones más. Cuando finalmente salió del escenario, se echó a llorar. Ese día recibió todo tipo de agradecimientos y felicitaciones, además de un buen número de tarjetas de varias discográficas. Gary Lucas compuso por primera vez los pasajes instrumentales de lo que se convertiría en Grace y Mojo Pin después de reclutar a Buckley para cantar en su proyecto de raga-rock Gods and Monsters en el otoño de 1991 y mantuvieron su amistad después de la separación, hasta tal punto que Buckley invitó a su ex guitarrista al estudio durante las sesiones para contribuyera en las canciones que él coescribió. En 1993 Buckley finalmente consiguió para Columbia su primer EP, con cuatro temas grabados en el café Sin-é de Nueva York. Sin embargo, se dio cuenta que no tenía canciones suficientes propias para completar un álbum completo, o al menos lo suficientemente buenas, dice su compañero Matt Johnson en el documental Making of ‘Grace’, y de ahí la idea de completarlo con versiones. En el momento del lanzamiento del EP durante el otoño de 1993, Buckley ya había entrado al estudio con Mick Grondahl (bajo), Matt Johnson (baterista) y el productor Andy Wallace y había grabado siete canciones originales (incluidas Grace y Last Goodbye) y tres versiones (entre ellas Hallelujah de Leonard Cohen y Corpus Christi Carol de Benjamin Britten. El guitarrista Michael Tighe se convirtió en miembro permanente del conjunto de Jeff Buckley y coescribió y actuó en So Real de Grace justo antes del lanzamiento del álbum.

El mismo día que Grace apareció en el mercado americano, el 23 de agosto de 1994, Jeff se embarcaba en Dublin en una gira europea,. Grace tuvo, en general, una modesta acogida. Buckley y su banda, sin embargo, salieron de gira para promocionar su álbum durante tres años, en los que regresó a Europa, donde siempre tenía una acogedora bienvenida. En nuestro país, por ejemplo, la canción que daba título al disco no dejaba de sonar en las emisoras especializadas: muchos, desde las primera notas, lo pensamos, como Smells like teen spirit de Nirvana unos años atrás: era un clásico instantáneo.

Desde su lanzamiento, y con los años, incluso antes de la desgraciada muerte de Jeff Buckley, en mayo de 1997, Grace iba granjeándose cada vez más seguidores. Jimmy Page de Led Zeppelin, una de las mayores influencias de Buckley, calificó el álbum como su «álbum favorito de la década». Además, David Bowie se refirió al álbum como uno de sus discos que llevaría a una isla desierta, y Bob Dylan calificó al joven músico como “uno de los grandes compositores de esta década”. El álbum fue seleccionado por Rolling Stone en el puesto 303 de los 500 mejores discos de todos los tiempos, ya en 2003. Un año más tarde, Hallelujah también se metió en el puesto 259 entre las 500 canciones de todos los tiempos. Además fue la canción más votada en nuestra encuesta del pasado año sobre  la mejor versión de todos los tiempos . Curiosamente, esta versión de Jeff Buckley, que no había tenido ningún éxito en vida, llegó al #2 puesto de las listas inglesas en 2008, catorce años después de su publicación.

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