Lo Imposible
“No era su hora” esa expresión de mi abuela que me tenía fascinado desde pequeño es la conclusión que saqué del “viaje” que es Lo Imposible.
Muchos tildarán a J. Bayona de buscar la lágrima fácil y de hacer un dramón de tomo y lomo pero es que si quieres explicar cómo pudieron sobrevivir una familia española al Tsunami del sudeste asiático que acabó con 230.00 vidas en 2.004 está claro que la historia nos tocará la fibra sensible antes o después. Pero no nos confundamos, Lo Imposible dista mucho de lo que podríamos achacarle a Amenábar con Mar Adentro, por poner un ejemplo reciente de nuestro cine. Aquí hay cine espectáculo – no es de exagerados compararla con el mejor Spielberg – con un un trabajo actoral impresionante – ¿cómo habrá convencido Bayona a la bellísima Naomi Watts para aparecer demacrada casi todo el metraje? – aderezado con una recreación de la catástrofe que pone los pelos de punta. También es verdad que saber que toda la familia salieron con vida de aquel infierno es realmente un alivio desde el primer minuto –no quiero ni imaginar lo angustioso que sería el film sin esa seguridad.
Después, claro, viene el orgullo tonto de ver lo que se puede hacer con tenacidad, talento y ganas. Porque que el chico con el que cruzo muchas veces por la calle o en el supermercado sea el responsable de haber dirigido algo tan y tan grande y esté a punto de emocionar a medio mundo me parece más que alucinante. No sé si llegará a los Oscars ni cómo reaccionará el público americano –en USA se estrena en diciembre- pero estoy convencido que, con una buena promoción, tiene muchas opciones. Sea como sea yo les recomiendo que estén preparados porque en ocasiones Lo Imposible puede suceder.