Lisabö – Ezlekuak
La vuelta de Lisabo se ha visto enaltecida con su soberbio nuevo disco: Ezlekuak (Bidehuts, 2007). En su día, la publicación de Izkiriaturik aurkitu ditudan gurak (Musika Metak, 2005) supuso un experimento en cuanto a la publicación de canciones interpretadas junto con otros artistas, creando un álbum de canciones más convencionales que arrastraban la personalidad de cada colaboración. Sin embargo para este 2007 nos han traído esa potencia demoledora marca de la casa en trabajo quizá más homogéneo de su discografía.
Sin lugar a dudas Lisabo se han convertido en referencia, por lo menos nacional, en cuanto a fabricar un sonido, una actitud y una manera propias de entender el rock dentro del estado en el que nos encontramos. Rebuscando en su cancionero desde su aclamado debut, Ezarian (Esan Ozenki, 2001), podemos encontrar las huellas de enormes artistas poco reconocidos (de culto) de la pasada década como Slint con su enmarañado sonido, sus silencios y su profundidad. Todo ello envuelto en ritmos hardcore un tanto a lo Fugazi, con sus inconfundibles guitarrazos llenos de detalles distorsionados y punteos imposibles.
Ya desde la portada nos podemos hacer a la idea de lo que nos encontraremos dentro: ninguna foto, ninguna imagen, sólo el nombre del artista y el título del disco. Lo importante no es el continente, sino el contenido, y ellos son de los pocos grupos que se lo pueden permitir debido a su tremenda personalidad. Con la atípica formación de dos guitarras, bajo, voz y dos baterías, lo que consiguen en Ezlekuak es continuar el legado de Ezarian administrando una dosis de potencia, como podemos comprobar en la redonda apertura, Hazi eskudada I, perfecta síntesis de lo que significa el sonido Lisabo: tensión desgarradora, potencia rítmica, atmósferas y crescendos envolventes y una rabiosa actitud inconformista.
Otro claro ejemplo es la canción más larga del lote con ocho minutos de duración, Alderantzizko magia, donde nos muestran el muro de sonido más robusto de todo el disco, con sus correspondientes crescendos y momentos más sosegados para volver a estrellarnos contra sus mordientes guitarrazos, o el vibrante final que supone la estremecedora Nekearen teoria. También podemos encontrarnos la cara menos dura y aguerrida de los vascos en temas menos guitarreros como la rítmica Bi minutu o la más silenciosa Sekulan etxean izan ez.
Los «no lugares» de los vascos (traducción de Ezlekuak) han contado con la colaboración de Martxel Mariscal a la hora de hacer las letras, el debut en su propio sello Bidehuts (creado entre Anari, Inoren Ero Ni y ellos mismos) y la vuelta a los escenarios a lo largo de nuestro país. Lisabo se muestran cada vez más independientes, tanto a nivel discográfico como a nivel sonoro, permitiéndoles gozar de una salud creativa envidiable. Y que dure.
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