Premio al mejor guión en la última edición del Festival de Cannes.
Retrato de una mujer en llamas era una de las firmes candidatas a llevarse el máximo galardón en la pasada edición en Cannes, que finalmente fue a parar a la surcoreana Parasite. Sin embargo, Portrait de la jeune fille en feu al menos no se fue de vacío, ya que recibió el Premio al Mejor Guión, además de la Palma Queer , convirtiéndose en la primera película dirigida por una mujer en ganar el premio.Su directora, Céline Sciamma, es fundadora del colectivo 50 / 50×2020, el grupo hermano francés de Time’s Up, que ha presionado a la industria cinematográfica francesa y a Cannes para mejorar la igualdad de género. Al recibir el premio, declaró que este escrito «la había devuelto a su soledad original, de la que escapó a través del trabajo en equipo que requiere el cine». Mientras que las anteriores películas de la cineasta tenían hasta entonces algo muy contemporáneo en sus temas y su energía, en su premiada obra marca un salto temporal importante, en el que resulta complejo- y por lo tanto meritorio- renunciar a sus ideas sin resultar anacrónico.
Ambientada en la Bretaña del siglo XVIII, la protagonista es Marianne (Noémie Merlant), artista encargada por una noble italiana (Valeria Golino) para pintar un retrato de su hija solitaria Héloïse (Adèle Haenel) para un hombre milanés. Pero no es una tarea simple: Héloïse se niega a posar, por lo que Marianne deberá pintarla sin que ella lo sepa. Sciamma se inspiró con mujeres olvidadas que pintaron, en su mayoría a otras mujeres, en la década de 1700, que trabajaban en Francia en ese momento pero cuyas contribuciones nunca fueron reconocidas adecuadamente, por lo que para la directora «nos han cortado la intimidad porque no hemos contado nuestra historia. He extrañado esas imágenes». Junto al escenógrafo Thomas Grezaud y la sobria diseñadora de vestuario Dorothee Guiraud, la directora trata de recuperar las vidas pasadas y el arte de las mujeres a principios del siglo XVIII. La música también es esencial a lo largo de la película- se intensifica al mismo tiempo que la complejidad de su argumento- gracias a la composición de Jean-Baptiste de Laubier y Arthur Simonini.
La crítica es prácticamente unánime en la ovación a la película de Sciamma, como para The Guardian, que asegura que «tiene algo de Alfred Hitchcock (…) con su mirada masculina tan importante. Sciamma lo convierte en una mirada femenina, una mirada de conocimiento, de apropiación artística, de éxtasis erótico. Y esa mirada es recíproca». Para TIME «Portrait of a Lady on Fire hace una distinción entre el realismo sombrío y la comprensión de la realidad; Sciamma está mucho más interesada en lo último. Esta película radiante y sensual termina con la nota perfecta, una oleada de intensidad emocional envuelta en un secreto, tan silenciosa como el susurro de la seda». Según The Hollywood Reporter «al analizar su primera película de época, una historia de amor exquisitamente ejecutada que es a la vez formalmente aventurera y emocionalmente devastadora, detiene su descenso como una gimnasta de UCLA en sus mejores condiciones. Es tan buena que querrás volver a mirarla a cámara lenta inmediatamente después para ver cómo lo hace». Según Variety «podemos adivinar a dónde podría llevar un director masculino ese hilo, pero Sciamma, en cambio, asume una perspectiva política (…) Entonces, esto es lo que la mirada femenina significa para Sciamma: contemplar superficies pasadas en un intento de capturar emociones más profundas». Según Paris Match «con su título se burla de todos los clichés proustianos de lolitas en flor e impone otro punto de vista a la famosa «mirada masculina» que las décadas de ficción patriarcal nos ha acostumbrado. Reclama un derecho a la narrativa. Y a la Historia».
