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La película de la semana: Megalópolis

Megalópolis es el regreso de Francis Ford Coppola a la pantalla grande, un proyecto de más de 40 años y que estrena más de una década después de su última película, Twixt, y que, para bien o para mal, no ha dejado indiferente a la crítica.

Megalópolis tiene una duración de dos horas y 13 minutos, sin contar los créditos, lo que resulta notablemente breve para las películas de Coppola. Según el director de 85 años, está basada en la segunda Conspiración de Catilina, un intento de golpe de Estado que tuvo lugar en la antigua Roma en el año 63 a. C. y en el que el senador romano Lucio Sergio Catilina intentó derrocar a Marco Tulio Cicerón, uno de los políticos más influyentes de la época. Pero Megalópolis se ambientaen los Estados Unidos actuales, en la Megalópolis que da título al filme, una metrópolis similar a Nueva York que ha sido destruida por un accidente. Con el futuro de la ciudad en la incertidumbre, la película nos muestra el debate entre César, un ambicioso idealista arquitectónico que quiere construir una utopía con materiales renovables, y su enemigo jurado, el alcalde de la ciudad Frank Cicero, que está decidido a mantener un modelo de negocio que perjudica a las clases bajas. Más allá de la inspiración histórica para la película, Coppola también ha citado la película escrita por H.G. Wells, Things to Come, La vida futura, de 1936, como una influencia importante, y en general los clásicos de ciencia ficción como Metrópolis (1927) de Fritz Lang y El porvenir (1936) de William Cameron Menzies.

Megalópolis se ha hecho esperar. Coppola tuvo la idea de la película en 1979, mientras filmaba Apocalypse Now. El director comenzó a trabajar activamente en ella en 1983, cuando se puso a escribir el guion. Después de años de retrasos y cancelaciones, abandonó el proyecto durante mucho tiempo, sobre todo tras el ataque terrorista del 11 de septiembre en la ciudad de Nueva York, una situación que chocaba con la imagen que quería transmitir en su proyecto. En una entrevista de 2007 con Ain’t It Cool News, Coppola reveló que dirigió Drácula (1992), Jack (1996) y The Rainmaker (1997) simplemente para «ahorrar dinero» para poder «hacer Megalópolis», si bien es cierto que tenía bastantes deudas por sus fracasos cinematográficos anteriores. A pesar de sentirse bien con el guión que escribió, en 2009 el director no tenía esperanzas de ver su película hecha debido al alto presupuesto involucrado. Reanudó el proyecto en 2019, gastando 120 millones de dólares de su propio dinero, hasta que finalmente pudo filmarla de noviembre de 2022 a marzo de 2023. Después de su estreno en el Festival de Cine de Cannes, Lionsgate acordó estrenar y comercializar la película a cambio de una tarifa de distribución.

El reparto de la película también pasó por múltiples cambios,  inicialmente con audiciones con grandes estrellas como protagonistas y con discusiones iniciales que apuntaban a Jude Law y Shia LaBeouf en los papeles protagonistas, antes de que se eligiera el reparto actual. Adam Driver protagoniza a César en Megalópolis. Driver originalmente se negó a aceptar el papel principal, pero lo reconsideró después de que Coppola incorporara ideas que desarrollaron juntos. Frente a él está Frank Cicero, interpretado por Giancarlo Esposito, a quien los espectadores conocerán por  como Breaking Bad o The Mandalorian, por la que recibió una nominación al Emmy, pero quien ya había trabajado con Coppola años atrás en The Cotton Club (1984). En medio de este debate está Julia, la hija de Frank, que es interpretada por la ex miembro de Juego de Tronos Nathalie Emmanuel. El reparto también cuenta con muchos otros nombres famosos, como Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jason Schwartzman y Dustin Hoffman, que sustituyó al fallecido James Caan, para quien Coppola había escrito un papel expresamente. A pesar de tener Nueva York como protagonista, la decisión de filmar en Georgia en lugar de la ambientación de la película en Nueva York se debió a los beneficios fiscales disponibles, las instalaciones del estudio, los equipos locales y los edificios clásicos para actuar como decorados.

La crítica está muy dividida en cuanto al resultado ya que existen opiniones completamente divergentes. En el primer bando, por ejemplo, The New York Times, para quien «está claro que Megalópolis, un sueño que Coppola lleva soñando unos 40 años, no es una película cualquiera. También es un gran salto, un experimento formal y visualmente audaz que parece el trabajo de un cineasta que, en lugar de repetirse hasta el infinito o dormirse en sus innumerables laureles, sigue entusiasmado con las imágenes en movimiento y sus infinitas posibilidades». Para The New Yorker «lo que resulta ineludiblemente conmovedor de Megalópolis, y lo que pone de relieve hasta sus excesos más extraños, es el grado en que se ha convertido en una alegoría de su propia creación. Coppola ha hecho una defensa de lo bello y lo impráctico, no sólo como principios de diseño urbano o de vida con sentido, sino como fuerzas que sustentan el arte en el cine mismo». Y para Los Angeles Times «una vez que uno deja de lado el comprensible sueño de que Coppola regrese con otra obra maestra, hay mucho para disfrutar en “Megalopolis”, especialmente sus integrantes, que se entregan a sus momentos con un abandono que probablemente era un requisito laboral». Sin embargo, para The Hollywood Reporter la película «es nerviosa y recargada, a menudo desconcertante y demasiado charlatana, que cita a Hamlet y La tempestad, a Marco Aurelio y a Petrarca, y reflexiona sobre el tiempo, la conciencia y el poder hasta un punto que se vuelve pesado. Pero también es a menudo divertida, juguetona, visualmente deslumbrante e iluminadaa por una esperanza conmovedora para la humanidad». Para The Guardian «es un proyecto apasionante sin pasión: una película inflada, aburrida y desconcertantemente superficial, llena de verdades dignas de un alumno de último curso de secundaria sobre el futuro de la humanidad». Y Entertainment Weekly va aún más allá: «Megalópolis le otorga a Coppola un dudoso honor. Además de ser el cerebro detrás de dos de los mayores logros del cine, ahora también es el arquitecto de uno de los peores».

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