La película de la semana: Los que se quedan
Paul Giamatti y Alexander Payne se reencuentran 20 años después de la aclamada Entre copas para una de las películas más aclamadas del pasado año 2023.
Han pasado casi 20 años desde que Alexander Payne y Paul Giamatti trabajaron en la película Entre copas (Sideways, 2004), y ahora los dos se reencuentran en Los que se quedan (The Holdovers, 2023) una historia de tres personas solitarias que están atrapadas en un internado de Nueva Inglaterra durante las vacaciones de invierno en 1970. La trama de la película comenzó hace años. El director de 62 años, radicado en Omaha, Nebraska, vio una restauración de la comedia francesa de 1935 Merlusse. En la misma Blanchard es un profesor detestado por sus alumnos y objeto de burlas constantes entre las cuales destaca su mote ‘Merlusse‘, que se queda durante las vacaciones de Navidad con un puñado de niños sin ningún lugar al que ir a casa. El director de Nebraska dijo al público en el Festival Internacional de Cine de Toronto que lo que había querido hacer realmente fue una película ambientada en un internado, pero se abstuvo hasta que alguien con experiencia real (en este caso, el guionista David Hemingson) se le acercó con una idea.
La carrera de Payne avanzó con la sátira política Election (1999), por la que recibió una nominación al Premio de la Academia al Mejor Guión Adaptado, y la comedia dramática About Schmidt (2002). Payne ganó dos veces el Premio de la Academia al Mejor Guión Adaptado por coescribir sus películas como director Entre Copas (2004) y Los Descendientes (2011). También fue nominado al Premio de la Academia al Mejor Director por estas dos películas y por la road film Nebraska (2013). Como buen cinéfilo, Payne se ha inspirado en algunas de las películas con las que creció en los años 70, y no sólo las de aquellos años sino las más antiguas como Dejad paso al mañana, cinta de 1937 dirigida por Leo McCarey. En el Somerville Theatre de Boston Payne proyectó seis o siete copias de películas de los años 70 para el director de fotografía, el diseñador de producción, el diseñador de vestuario y también para el joven actor Dominic Sessa -porque en realidad no las había visto- como El graduado, Harold y Maude, Klute, Paper Moon o Todos los hombres del presidente.
Alexander Payne prefiere rodar en localizaciones reales y elegir a actores que no sean actores para papeles pequeños. En Entre copas, por ejemplo, utilizó el restaurante Hitching Post como telón de fondo para la historia de dos amigos obsesionados con el vino interpretados por Paul Giamatti y Thomas Haden Church. La decisión de elegir a Dominic Sessa, un estudiante de último año y miembro del programa de teatro de la escuela la Academia Deerfield en Western Mass, está en consonancia con lo que, según los expertos en cine, es el respeto por la autenticidad tanto de las personas como de las localizaciones en pantalla. Filmada íntegramente en Massachusetts y ambientada en una escuela preparatoria exclusivamente para varones en la década de 1970, Payne utilizó la propia Academia Deerfield, la Escuela Secundaria Fairhaven, la Escuela St. Marks en Southborough y otros sitios para dar vida a Barton, la escuela ficticia. El teatro Somerville, la librería Brattle, el teatro Orpheum y otros lugares reconocibles aparecen durante un “viaje de estudios” a Boston. Crear una sensación de los años 70 para Payne fue relativamente fácil “porque el cambio llega lentamente a Nueva Inglaterra”. También consiguió 200 toneladas de hielo picado de un equipo de pesca en New Bedford para fabricar nieve y así decorar el ambiente navideño de la película.
Para Variety «The Holdovers es una película sobre clase y raza, dolor y resentimiento, oportunidades y derechos. Es esa rara excepción a la queja tan escuchada de que «ya no las hacen como antes». Según New York Times «Hay agudeza en la comedia, algo de actitud y frescura, algo de sabiduría. Eso tal vez se deba, en parte, a que los niños parecen un poco mayores que sus personajes. También proviene de la delicadeza emocional de Payne». Por otro lado, The Washington Post asegura que «filmada en tonos tenues de marrones bruñidos, The Holdovers podría describirse mejor como la versión cinematográfica de ese par de pantalones de pana favoritos que milagrosamente todavía quedan bien: elegantes, aunque un poco desgastados en algunas partes, suavizados por el tiempo y más generosos por la vida vivida dentro de ellos». Para Vanity Fair «divertida y triste, parece sacada de otra época de la historia del cine, cuando pequeñas películas prolijas y reflexivas como esta abundaban». Según el crítico de New York Post «hay un par de hilos argumentales que me parecieron extraños, especialmente en el empujón final, que no aterrizan tan poderosamente como pretendían. Pero la resolución es inmensamente satisfactoria a pesar de algunos fallos. Es el mejor trabajo de Payne en años». Y para The Guardian «Hay una contención emocional tanto en las actuaciones como en la película que las rodea, a pesar de la época del año, y cuando llega una ligera pizca de azúcar en el último acto, se siente merecida».