La película de la semana: Lean on Pete
El escritor y director británico Andrew Haigh (45 años) describe una historia de amistad y desolación en la amplia extensión del oeste estadounidense.
Haigh, en su cuarta película y la primera filmada en EEUU, se adentra en un género muy complicado y susceptible del sentimentalismo más fácil. Dentro del complicado género cinematográfico que abarca la relación del hombre con el mundo animal ha habido incursiones recientes- en el subgénero ecuestre -que no han dejado precisamente huella, pese a la altura de sus directores, como es el caso de Seabiscuit (2003) de Gary Ross o War Horse (2011) del mismísimo Spielberg.
Y si nos remontamos casi cuarenta años, nos encontramos con la poco conocida cinta de Francis Ford Coppola El corcel negro (The Black Stallion)- dirigida en 1979, pero soterrada por el éxito del mismo año, Apocalyse Now- y El jinete eléctrico (The Electric Horseman, 1979), cinta romántica dirigida por Sydney Pollack y protagonizada por Robert Redford y Jane Fonda. Con razón, probablemente cuando preguntes por la cinta favorita sobre caballos, la mayor parte de los entendidos (o no) te contesten que Un día en las carreras de los Hermanos Marx: «Cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo.»
Charlie Plummer – que interpretó recientemente con solvencia a la víctima del secuestro en All the Money in the World – interpreta a Charley, un joven de 15 años que vive con su padre soltero (Travis Fimmel) y que se hace amigo de un viejo caballo de carreras en el hipódromo cercano.
Según el propio Haigh comenta en una entrevista, ningún productor le habría dado el presupuesto para hacer Lean on Pete al comienzo de su carrera, pero sus primeros éxitos allanaron el camino para que él pudiera hacer una película más grande. Basada en la novela del mismo título de Willy Vlautin, la película cuenta con la apreciada labor del director de fotografía danés Magnus Nordenhof Jonck.
Para Empire «Independiente, pero nunca desapasionada, ésta puede que no sea la mejor película de Andrew Haigh. Pero su autenticidad a fuego lento sugiere una versatilidad en su agudeza con personajes creíbles en situaciones reconocibles» . Según Washington Post «en el centro de esta pequeña y extrañamente fascinante picaresca está la actuación de Plummer, tan silenciosa como un antihéroe, temerario y precozmente ingenioso, que es fácil pasar por alto los defectos de la película» . Para Paste Magazine «el poder del drama sublime del escritor y director Andrew Haigh es que puede admitir innumerables interpretaciones sin dejar de ser sarcásticamente misteriosa, como su personaje principal, siempre un poco fuera de tu alcance, tentándonos constantemente a mirar más de cerca». Austin Chronicle la describe como «una película metódica y memorable principalmente porque el director Haight, apoyado en la novela de Willy Vlautin, se mantiene alejado de sus personajes, nunca toma la ruta fácil y nunca, nunca deja que la película entre en los campos letales del cliché o lo cursi».