Cine, Tv y Teatro

La película de la semana: Foxtrot

Del israelí Samuel Maoz, León de Oro en 2009 por Lebanon

Incluso antes de su lanzamiento en Israel, Foxtrot  ya se había convertido en un tema candente gracias a la ministra de cultura conservadora del país, Miri Regev, que la definió como un acto de traición y que incluso, recientemente, se ha sentido publicamente aliviada porque la cinta no ha sido finalmente seleccionada por Hollywood para optar a la mejor película extranjera en la próxima edición de los Oscars.

Ambientada en Tel Aviv, la película sigue a una pareja que descubre que su hijo soldado murió en el cumplimiento de su deber y que regresa a la experiencia de servicio militar del mismo en los días previos a su muerte. La película coincide, curiosamente, en temática con otro estreno esta semana en cartelera, La última bandera, de Richard Linklater, una mirada a un veterano de Vietnam (Steve Carell) que pierde un hijo de la guerra en Irak.

“En la sociedad israelí”– comenta el director sobre la cinta- “hay muchas versiones de Michael [el protagonista de la película], principalmente porque en su generación, mi generación, la segunda generación [nacida] de supervivientes del Holocausto, nuestro principal problema era que no podíamos quejarnos de nada. Nuestros padres, nuestros maestros -que obviamente experimentaron traumas horribles y, naturalmente, no eran muy estables- solían gritarnos desde la mañana hasta la noche que sobrevivieron al Holocausto, y que los niños [no deberían] quejarse”.

Samuel Maoz define Foxtrot como “un baile de un hombre con su destino. Es una parábola filosófica que intenta deconstruir ese difuso concepto llamado destino, a través de una historia sobre un padre y un hijo. Están lejos uno del otro, pero a pesar de la distancia y la separación, intercambian sus destinos y a partir de entonces, ya nunca serán los mismos. He querido abordar la brecha que existe entre las cosas que controlamos y las que están fuera de nuestro control”.

Foxtrot ganó el el Gran Premio del Jurado, el Gran Premio del León de Plata en el Festival de Cine de Venecia en septiembre. Después de aceptar el premio, el escritor y director comentó: “Si critico el lugar en el que vivo, lo hago porque me preocupo. Lo hago porque quiero protegerlo. Lo hago por amor”.

Para Los Angeles Times “en una intrincada y deslumbrante danza cinematográfica, Foxtrot se adentra más y más en el cine estándar. Es profundo y conmovedor, salvaje y loco al mismo tiempo, al tiempo que cuenta una historia específica y ofrece una instantánea emocional de un país cuya misma alma parece estar en peligro”. Según Variety “una de las razones por las cuales  es tan desgarradora es porque no está satisfecha con una simple historia de pérdida: la película contextualiza las muertes y aclara su inutilidad». Además, The Hollywood Reporter apunta que “Maoz no parece preocuparse por perder en el camino algunos espectadores desconcertados con problemas de comprensión. Para aquellos que llegan al final, la historia tiene mucho sentido”. Finalmente, según The New York Times es “una película que se convierte en una acusación devastadora de una nación, choque por golpe, momento brutal por momento brutal. El significado emerge lentamente aquí en detalles, destellos de crueldad, de apatía y una creciente sensación de impotencia…”

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