La película de la semana: Detroit
La nueva cinta de Kathryn Bigelow se estrena este fin de semana.
La explosiva película trata el incidente en el Motel Algiers durante el levantamiento de Detroit en 1967, sucesos que, cincuenta años más tarde, corren paralelos a casos recientes como los de Michael Brown, Philando Castilla o Eric Garner.
En 1967, Bigelow- la primera mujer en ganar un Oscar de mejor dirección, por En tierra hostil– era una adolescente que vivía en el sur de California, lejos de los incidentes de Detroit, y, de hecho, no había oído hablar de los sucesos del Motel Algiers hasta que comenzó el proyecto con el escritor Mark Boal, su compañero guionista y que le han traído tan buena fortuna en En tierra hostil (2008) o La noche más oscura (2012).
Irónicamente, y a pesar de los deseos de la directora, más por temas de impuestos que por otro motivo, apenas una pequeña parte de la película se pudo rodar en Detroit. La cinta tiene como protagonistas un joven reparto que incluye a John Boyega (Star Wars) como un guardia de seguridad que termina en el Algiers, Will Poulter como un policía retorcido y Algee Smith, en el papel del cantante del grupo de R&B The Dramatics, que también termina en el hotel protagonista del argumento.
La cinta de Bigelow ha cosechado excelentes críticas, aunque también hay opiniones en contra. Para Time es «una obra bien intencionada, pero también fallida. Se trata de cine que se propone hacer una gran argumentación, pero falla, a gran y pequeña escala, en forjar una conexión emocional con la mayoría de sus personajes». Chicago Tribune acentúa el hecho de que no es la primera película que se aventura en el espinoso tema: «Un puñado de películas, desde «La batalla de Argel» hasta el «Domingo sangriento» de Paul Greengrass, se han enfrentado memorablemente al reto de dramatizar los disturbios civiles y los atropellos de la ley. Detroit se acerca» mientras que The New York Times valora su singularidad: «La lucha de la película contra la simplificación – contra el sentimentalismo, el wishful thinking y la negación absoluta que define la mayoría de las consideraciones de Hollywood del pasado racial de Estados Unidos – es palpable, casi heroica, aunque no siempre sea exitosa». Para Los Angeles Times «lo que hace que Detroit sea vital no es que sus imágenes sean nuevas o reveladoras, sino que Bigelow y Boal han logrado, con envidiable coherencia y tremenda urgencia, convertir esas imágenes en arte.» San Francisco Chronicle, por último, advierte: «Detroit es una película que te hará enojar. Está diseñado para hacerte enojar, y no hace nada para suavizar el golpe o crear alguna inspiración artificial. Pero hay algo sobre su honestidad que la hace estimulante. Detroit es dura, pero vale la pena, cada minuto».