Julia Holter pertenece al grupo de músicos de Los Ángeles que algunos medios han tildado de “bizarro pop” -véase Ariel Pink-, dentro de ese espectro aún mayor conocido como New Weird America. Holter es, además, una incondicional de figuras como Linda Perhacs, autora del ahora clásico Parallelograms (1970), y con quien también está colaborando en su nuevo trabajo en mucho tiempo. Con una fulgurante carrera de tres discos en prácticamente tres años, tras Tragedy y Ektasis -grabados en su propia casa-, Holter se ha decidido a entrar en un estudio de grabación y hacerse acompañar de una banda para su primer trabajo en el sello Domino.
Con Loud city song la cantante sienta las raíces de su pop experimental en la iconografía de la película Gigi, adaptación musical de la novela de Colette, de 1958. Holter sitúa esta nueva “banda sonora” en Los Ángeles y escoge para las letras de sus canciones escenas de la película. Su tema central –una especie de Gigi adaptada al siglo XXI- es la forma en la que idealizamos la fama, especialmente en tiempos recientes. El disco es profuso en arreglos de cuerda: trombones, saxofones y líneas de bajo –In the green wild– se entremezclan con teclados y una voz etérea que a veces se confunde con la instrumentación. El pop se diluye entre el avant-garde y el jazz, y aunque ella cita como influencias a John Cage o Arthur Russell, sus canciones evocan por momentos el tono narrativo de Joni Mitchell, del que huye adoptando una pose sofisticada (This is a true heart), alcanzando el cenit con la versión del Hello stranger de Barbara Lewis (1963) o la breve He’s running through my eyes.
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