Janelle Monáe – The ArchAndroid
El debut de la artista americana Janelle Monáe, The ArchAndroid (Bad Boy/Atlantic Records), ha sido desde el principio lanzado en los medios como la quintaesencia de lo que puede significar el pop del siglo XXI. Ya en la promoción del álbum se nos adelanta que ha sido grabado entre Moscú, Praga, Estambul, Berlín, Amsterdam y Nueva York. Casi nada. Algunos ya lo han comparado con Songs in the key of life. Eso es más discutible.
En este disco de pop-soul, inserto en una estética afrofuturista, revestido de sofisticación y demasiadas pretensiones, encontramos todo tipo de influencias. La más acentuada es el revitalizado sophisti-pop (pop mezclado con smooth-jazz), en otro tiempo ignorado o incluso menospreciado: Basia o Randy Crawford se reconocen en canciones como Dance or die (con Saul Williams) o Locked inside. Se intuyen homenajes a bandas sonoras de los sesenta, especialmente a los trabajos de John Barry, con mayor (Oh maker, 57821) o menor fortuna (Sir Greendown), y con un colofón incluido, de cuño Shirley Bassey, de nueve minutos en BabopbyeYa. Finalmente, se reconocen líneas ya exploradas de acid jazz (Neon Valley street, una de las mejores canciones del álbum), guiños al pop rock que no consiguen impresionar (Come alive/War of the roses) y apuestas más “arriesgadas” (Wondaland). Si desde el punto de vista formal, por su iconografía futurista, puede resultar relativamente innovador, desde lo estrictamente musical aún desconozco la trascendencia que algunos medios quieren otorgar a The ArchAndroid. Por otro lado, si Beyoncé, con discos más mediocres, ha conseguido obtener recientemente hasta seis premios Grammys, es previsible que Janelle Monáe, con un disco sobre el que se han generado unas expectativas exageradas, sea una de las protagonistas de la próxima edición, seguramente con más argumentos de peso para ello.