James Blake – Overgrown
Las reglas de juego y el lenguaje.
A lo largo de la Historia del Arte encontramos a no muchos tipos que, de una forma o de otra, cambiaron en su día las reglas del juego, introduciendo adelantos estéticos, técnicos o conceptuales en el arte que practicaban. Podría hacer la relación de algunos de ellos, pero ya todos sabemos quién fue Cervantes, Monet o Hitchcock. Puede que éstos solo dieran el paso definitivo de un camino recorrido también por otros, es verdad, o que lograran la mezcla perfecta de elementos que estaban ahí pero que los demás ignoraban o rechazaban; pero es porque generalmente en el arte nada viene de la nada, y todo se ha de explicar echando la vista atrás. Nada surge espontáneamente, sin raíces ni un contexto de inspiración. Sin embargo, de tanto en tanto aparecen artistas que van más allá y transforman el contexto para siempre. Y creo firmemente que James Blake es uno de esos tipos.
En ocasiones puede parecer injusto o superficial otorgarle todo el mérito de una revolución o adelanto artístico a un solo artista, pero es el valor del pionero. No es un secreto de dónde proviene el sonido de Blake, pues sus partituras son libros abiertos, claros y ordenados, donde se aprecia la huella del soul, de la música clásica, de Portishead, de lo último de Radiohead y, por supuesto, del itinerario que ha seguido la electrónica hasta encontrar petróleo en la variación que se ha venido a llamar post-dubstep, un campo de experimentación muy prolífico en los últimos años. Pero el genio de Blake reside en haber dado un pequeño pero definitivo paso hacia adelante, reordenando y juntando de una manera muy concreta unas piezas que ya existían, y conformando por tanto una nueva herramienta que permite hacer, como es lógico, cosas que antes no se podían.
A su cortísima edad, James Blake ha abierto una ventana que siempre había estado ahí, o al menos desde hace algunos años, pero de la que nadie se había percatado. Tal vez solo haya hecho falta una reordenación del mobiliario contextual de la música contemporánea para verla, por lo que su revolución inicial habría consistido básica y solamente en una excelente visión. Pero con la edición de su segundo trabajo, Overgrown (ATLAS, A&M, Polydor, 2013), uno de los más ansiados por público y, sobre todo, por la crítica, ha confirmado lo que muchos ya nos temíamos: que su aportación va mucho más allá, aunando talento compositivo y la creación o el perfeccionamiento de ese lenguaje nuevo del que hablo, conformando un nuevo concepto musical cuya ilimitada capacidad de influencia ya se ha hecho sentir en infinidad de artistas nuevos, y no tan nuevos. Es la electrónica como lenguaje, versión 2.0.
Teorías a parte, el niño prodigio ha publicado una auténtica obra de arte. Compuesto sobre la experiencia de la relación a distancia que mantiene con su pareja, Overgrown se muestra como el antídoto perfecto contra la separación. Capaz de conectar con su impecable voz puntos luminosos perdidos en el infinito espacio que crea con su electrónica sutil, clasicista, clara y limpia. I’am Sold, el segundo track, es quizá el paradigma de todo esto; así como el primer requiebro de voz del estribillo de Overgrown, que titula y abre el Cd. Pero lejos de ser un trabajo nostálgico o alicaído, muestra un lado de Blake mucho más desenfadado que el mostrado en su álbum de debut: más práctico y funcionalista que teórico. Presentado como un muestreo de experimentación conceptual, el James Blake (ATLAS, A&M, Polydor, 2011) ha dado paso al James Blake vocacionalmente más electrónico. Digital Lion y Voyeur, los mejores ejemplos.
Al margen del coqueteo con el hip-hop de Take A Fall For Me (con RZA), Overgrown se presenta con la arquitectura de una electrónica elegante, ligera, y con mucho más discurso melódico en su interior. Hay más composición que concepto, aunque recurra a solos como DML menos que en su anterior trabajo: el artificio ya no basta, y ha rellenado sus temas de un colorido mucho más cálido y dialogante. Un tema como Retrograde, pese a ser 100% era digital, es un temazo de soul, escrito e interpretado en un lenguaje musical nuevo. Incluso un tema crudo como Our Love Comes Back, de voz solista y piano, se transforma en sus manos en algo que late de una forma especial, al ritmo de la ingeniería musical electrónica precisa y hermosa del momento. James Blake, además de talento y mucha clase, tiene desarrollada una enorme sensibilidad. Un artista privilegiado.
Recordamos la actuación de este verano James Blake en el Primavera Sound de Barcelona y la del Optimus Primavera de Porto.
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