Jake Bugg – Jake Bugg
La era nostálgica en la que vivimos sumergidos trae a la actualidad una nueva y joven promesa que viene acompañada de todos los avales para llegar al gran público. Una apuesta clara de una multinacional que, al menos, ha conseguido intuir oro en algo más que una cara bonita con una buena voz y unos cuantos singles de éxito, algo que hoy en día no solo es meritorio sino que puede considerarse osado; arriesgar por un joven debutante que no haya participado preceptivamente en un concurso televisivo resulta hoy inédito. Tampoco nos engañemos: la apuesta de la discográfica Mercury por Jake Bugg seguramente vendrá más mediatizada por su cercanía al rock más popular y atractivo para las nuevas generaciones que tan bien elaboran Alex Turner y compañía que por las claras reminiscencias que el joven de Cliffon (Nottingham) pueda tener de Dylan o Donovan.
De la misma forma, seguramente es probable que a Bugg le importe un rábano la razón por la que Mercury le haya fichado, mientras disponga de un medio consistente donde le den la libertad de cantar las canciones que él compone sin ningún tipo de indicaciones. En cualquier caso, lo que es reconocible a primera escucha es que en su debut Jake Bugg está en su salsa. El espíritu del rock de los cincuenta y principios de los sesenta fluye por los surcos de todo el disco, con esa contradictoria mezcla de talento precoz y envejecido. Sonido añejo, retro, ¿pasado de moda? Si este es el álbum de un chaval de 19 años, miedo da de lo que puede hacer en el futuro.
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