La norteamericana Annie Clark, al frente de la banda St. Vincent, volvió a ofrecer anoche en Barcelona un concierto de auténtico infarto. Era su tercera visita a una sala de la condal en tres años, y cada vez que viene la cosecha de éxito que se lleva es mayor. Pero también era el primer concierto que daba aquí a cubierto tras su reciente cambio de look, que ha convertido a Clark en una figura un tanto más altiva y fría, tanto en el estudio como sobre un escenario. Por suerte, anoche comprobamos que esta sensación recogida en sus últimas actuaciones en el Primavera Sound de Barcelona y Porto, desaparecen en circuito cerrado, estallando la tejana una y otra vez contra las paredes en un alarde de extroversión musical, rebeldía mecanizada y perfecta coordinación. El encanto natural de Clark pervive bajo esa superficie teatral que tan bien se ha endosado: asumida con ella su condición de heroína de masas, y de adorable diva de la irreverencia, la vieja Annie aflora en cada esquinazo de punteo, en cada distorsión ácida, y en cada desgarro de textura.
En lo musical fue una hora y media larga de rock glamuroso, descarado y exuberante; una inagotable sucesión de hits que el público coreaba desde las primeras filas. Pese a que cada disco acerca más a St. Vincent al estrellato, no armó la noche en función de su último trabajo: consciente de que su carácter es el verdadero punto de atracción de su proyecto, la norteamericana se encargó de impregnar cada segundo de actuación con el mismo aroma personal, que enamoró como siempre a los presentes, fueran del sexo y de la inclinación sexual que fueran. Abrió con el incontestable trío Rattlesnake, Digital Witness, Cruel; y poco fue dejándose la piel, con gestos de extenuación robótica, dándose un baño de masa por entre el público, y derrochando autoestima en cada pose y en cada movimiento. Chloe In The Afternoon, Regrat, Surgeon y Cheerleader, hacia la mitad del recital, marcaron un punto de no retorno; y Prince Jonnhy, Birth In Reverse y Bring Me Your Loves, en el último tramo acabaron por cerrar una actuación brillante que el público difícilmente olvidará. Algo que ya es una constante en las visitas de Annie.
Fotos de Pablo Luna Chao.
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