Pequeña decepción anoche en el concierto de los Glass Animals en Madrid. Los de Oxford, que acababan de recoger buenas críticas de su paso por Barcelona, sonaron algo acelerados en la sala Charada, y sin algunos de los maravillosos matices que componen el universo propio de Zaba (Wolf Tone, 2014), su primera y alabada obra, en un concierto demasiado caracterizado por el público asistente, y por su desmesura. Una parte significativa del aforo, o al menos una parte muy ruidosa, lo componían chicas jóvenes de Erasmus, que no pudieron acallar su sobreexcitación y que resultaron para la banda un mal espejo en el que reflejarse. Musicalmente no sonaron con la sutileza ni la magia que esperábamos, y en general parecieron desatender algunos de los mejores detalles de su trabajo discográfico, del cual su directo quedó algo lejos.
En cualquier caso, y pese al margen de mejora que tiene todavía Glass Animals, vimos a un Dave Bayley entregado en todo momento al disfrute, como si el éxito fuera para él tan sencillo y divertido como bajar por un tobogán. Buenas versiones de Black Mambo, Goey, Toes y Wyrd; y no tan buenas de Walla Walla, Flip o Hazey. En algo más de una hora presentaron íntegro su álbum de debut, y ofrecieron una versión interesante y bastante coreada de Love Lockdown de Kanye West. Si por la reacción del público fuera, diríamos que fue un gran concierto; pero resulta trascendental, sobre todo en los primeros pasos de una banda a nivel internacional, que la exigencia del público sea más alta que complaciente; y anoche fue lo segundo. Con un grandísimo potencial, composiciones que hablan de un gran talento, y con todo a favor para triunfar por el buen camino, los Glass Animals dieron ayer un pequeño paso en falso en su escalada de popularidad y trascendencia. Al menos en mi modesta opinión.
