Holden – The Inheritors
Recuerdo el momento en el que James Holden empezó a estar en boca de todos en este nuestro país. Fue en el verano del 2005 cuando los Arnau (organizadores del ahora Monegros Desert Festival) se atrevieron a alinear al británico en el cartel como una de las sorpresas de ese año (junto a su amigo Nathan Fake). Y digo se atrevieron porque el fundador del sello de Border Community ya producía por aquel entonces una música que se salía de los esquemas: ritmos más lentos y melódicos (difíciles de clasificar dentro de un estilo determinado), que marcaban una senda muy alejada del techno que en esos años reinaba. Al año siguiente Holden publicaría su primer largo. The Idiots Are Winning (Border Community, 2006) sería, tras una larga sucesión de EP’s, la confirmación de una carrera musical prometedora y única, mostrando un criterio propio por el que pocos apostaban.
Desde entonces su vida como dj en las pistas de baile no ha sido fácil: siempre da la sensación de que James no se encuentra a gusto en grandes espacios, sus apariciones en grandes festivales siempre han sido motivo de controversia, sin ir más lejos, en sus repetidas actuaciones en Creamfields-Andalucía y en el Sónar. Ya sea por sonidos poco contundentes o por los bajos bpm, donde Holden siempre ha mantenido a su público en un limbo rítmico. Sin embargo a diferencia de su primer LP, The Inneritors (Border Community, 2013) consigue transmitir un todo, una suma de temas que nos regalan una de las mejores experiencias electrónicas en lo que llevamos de año. No se me queda la boca pequeña al afirmar que este es uno de los mejores discos de lo que llevamos de siglo, y quien no lo crea debería comprobarlo: los siete años que se ha tomado para sacar su segundo trabajo se notan en los resultados, aunque hay que admitir que esta, su obra magna, tiene tal nivel de encriptación que es complicado de entender con una sola escucha.
Hace tres meses, a través de soundcloud, pudimos escuchar un adelanto con la publicación de Gone Feral, un tema que representa a la perfección el sentido general del disco: armonías llevadas hasta una extenuante distorsión, acompañadas con duros golpes de tambores. Un primer vistazo a la portada, además, nos anticipa la complejidad de los 15 tracks que componen el disco: un paseo que va desde la psicodelia hasta el ambient más oscuro. El trance en el que el oyente se ve sumergido es todo un logro, y más aún cuando es intencionado, una demostración más del valor de este largo. Algo que se les suele achacar a los djs por parte de los «músicos tradicionales» es su incapacidad de producir LP’s con un sentido global, cosa que James Holden consigue sin cabida posible a crítica.
Bruno Caneda Pastor
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