conciertos

Faraday 2009

Cuando ya ha terminado el festival y un servidor vuelve de Vilanova i Geltrú sólo le pasa por la cabeza una idea: yo me quedaba a vivir en el Faraday para siempre. Y es que más allá de que el cartel sea una joya llena de delicatessen y del ya más que mítico “marco incomparable” del Molí del Far, este festival tiene algo más: el espíritu. Sé que suena un poco hippy, pero es que, a diferencia de otros festivales, en éste se nota el amor por la música y la confianza en el proyecto de todos los que allí trabajan (bueno, todos menos los seguratas, a los que como ustedes ya sabrán hay que echarles de comer aparte). Todos ellos ya soplaban seis velas este verano y se nota cómo poco a poco se están haciendo mayores. Éxito rotundo de público, sin que se les suba a la cabeza: aforo (bien) limitado. Además, la cita contaba con Neil Hannon como el invitado de lujo al que todos soñábamos ver sobre el escenario del Molí del Far. Lo siguiente es un resumen de lo que un servidor y sus acompañantes –obligatorio compartir esta cita con los amigos– vivieron durante el fin de semana.

VIERNES 5 DE JULIO

Salir del trabajo a las tres de la tarde y encontrarte una caravana que se desplaza en masa hacia la Costa Dorada provoca que te pierdas a Le Pianc y a la mitad de Espaldamaceta. Por suerte, pudimos llegar a tiempo de ver cómo el cantautor tarraconense se desprendía del micrófono y acababa su concierto cantando a pelo entre el público de las primeras filas del escenario pequeño. Lo que sí pudimos ver -que no disfrutar- entero fue el concierto de Charades. Las de Madrid no tuvieron suerte con el sonido y no pudieron mostrar su mejor cara. Aun así, dada la predisposición de pasarlo bien, más de uno bailamos al son de La máquina del tiempo con una sonrisa en la cara. Sonrisa que se nos borraría del todo con Ipso Facto. El trío de inglesas y su punk descafeinado con toques góticos no acabó de entrar. De lo más soso del festival. Todo lo contrario que Bèstia Ferida que, aunque éste no sea su festival -dado su registro experimental-, tuvieron su público. Momento ideal que aprovechamos para cenar en el césped del ADN mientras comprobamos cómo Mark Cunningham, Arnau Sala y Adrián de Alfonso se destapan como los más marcianos entre los marcianos. Cenados y poco tocados por el ruidismo, todo volvió a su cauce con The Leisure Society, para mí, el gran descubrimiento del festival. Siete mozalbetes sobre las tablas desplegando un pop de toques folk de los que alegran los corazones. Como guinda, Gary “The Ladybug Transistor” Olson se sumó a la fiesta con su trompeta. En definitiva, un grupo a tener en cuenta para las próximas temporadas. Y aún con la boca abierta nos enfrentamos a Ramón Rodríguez y sus Culovoladores, o lo que es lo mismo The New Raemon, que ofrecieron, como de costumbre, un gran concierto. Los catalanes conectaron desde el principio con el público, gracias al arsenal de canciones tristes que el respetable ya ha tomado como propias. Justo después del barbudo cantautor llegaba el gran momento de la noche: la gira de despedida de los imprescindibles Lucksmiths pasaba por Vilanova y ninguno de los presentes quería perdérselo. Después de dieciséis años, es indiscutible que estos australianos tienen canciones gigantes y así lo demostraron durante todo el concierto. Un set en el que repasaron lo más granado de su discografía con especial hincapié en su mejor disco, Warmer corners (si aún no lo han escuchado ya están tardando en bajárselo o comprarlo o lo que sea) y en ese The music next door que logró emocionarme como no lo había hecho nadie en mucho tiempo. Memorables. Así que después de ponernos flojas tocaba desinhibirnos y pasarlo bien con Joe Crepúsculo. Aunque la mayoría ya lo hayamos visto bastantes veces, no hay nada mejor que despedir la noche dándolo todo con himnos como Baraja de cuchillos o Suena brillante. Y es que el bueno de Joe transformó el escenario pequeño en una auténtica fiesta.

SÁBADO 6 DE JULIO

Por mucho que se haya trasnochado la noche anterior, el sábado se recomienda levantarse prontico y disfrutar de la playa de Vilanova. Si después te marcas un buen vermut y una paella como Dios manda, corres el peligro de alargar la siesta más de lo previsto y que te pierdas los primeros conciertos de la tarde. Y eso, queridos amigos, fue exactamente lo que me paso a mí. Así que lo primero que pude disfrutar del día grande (sólo acercarte al recinto ya se veía que el número de asistentes iba a ser bastante superior al de la noche anterior) fue Extraperlo y su Desayuno continental. Quizá por ser demasiado pronto para bailar ritmos tropicales –este concierto a las 3.00h hubiera sido otra cosa- o bien porque parece que los barceloneses no acaban de reflejar todo su potencial en directo, el resultado fue irregular. De entre el repertorio de ese día, además de Negroni o Bañadores, destacamos De tus palmas al abismo. Tema que no está en el disco sino que aparece en la primera referencia del sello barcelonés Doble Vida, cuyo objetivo es editar 7 pulgadas con una cara para un grupo nacional y la otra para uno extranjero. Toda una delicia para los amantes del vinilo. Pero volviendo a lo que nos ocupa, después de Extraperlo llegó un páramo de aburrimiento con Shugo Tokumaru primero y The Mummers después. Los primeros estuvieron sosos y su pop-folk de juguete sólo me hizo sonreír cuando versionaron la popular Video killed the radio star. Aun así estuvieron mucho mejor que The Mummers, a las cuales no les dediqué más de diez minutos para comprobar que eso no iba conmigo. Y es que estas imitadoras de Björk llegan como diez años tarde para que alguien les haga caso a estas alturas de la película. Para mí fueron los dos bluff del festival, pero entiendo que para gustos, colores, y que seguramente muchos estén encantados con sus conciertos. El que no dejó lugar a discusiones fue Neil Hannon. Fue grandioso sí o sí. El jefe de The Divine Comedy lo bordó, nos regaló un concierto emocionante sólo armado con su guitarra o detrás del piano. Le bastó salir con esa pinta de dandi desaliñado y entonar Tonight we fly para tenernos a su merced. A partir de ahí recorrió lo más granado de su discografía, ofreciendo también la deliciosa versión de Cheek to cheek de Billie Holiday. Seguramente muchos teníamos dudas de cómo sería el «rey del pop orquestado» y como ya nos avisó al inicio, el maestro Hannon nos hizo volar. La difícil tarea de que el vuelo se mantuviera corría a cargo de Manel. A pesar de los problemas de sonido –fue el peor concierto en ese aspecto- los chicos de oro del pop catalán volvieron a ganarse al respetable a pesar de que empiezan a ganar detractores entre el público más underground que al principio les encumbraron. Sea como sea, nadie puede remediar que la mayoría disfrute de sus composiciones y de las ya archiconocidas versiones de Common people de Pulp y No t’enyoro de Els Pets. Después llegó la hora de 1990’s que, aunque no vayan a cambiar nada, hacen méritos suficientes como para justificar su presencia en el festival. Hits para brindar, saltar y gritar que dan paso a la sesiones de DJ y a la fiesta más desenfrenada.

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