Entrevista a Tarik y la Fábrica de Colores (octubre 2007)
De lo peor que te puede pasar a la hora de transcribir una entrevista es descubrir que la grabadora no tenía pilas o no funcionó correctamente. O que desaparezca la cinta o el aparato que se empleó en la charla. En AltaFidelidad.org tenemos cierta experiencia en estas lides. Las dos primeras veces fueron irresolubles: el minidisc no quiso recoger las declaraciones de los Amigos Imaginarios a nuestra compañera Ana, y un afortunado ladrón robó la cartera en la que, entre otras cosas, estaba la grabadora y la cinta con la entrevista que hice a Xoel López (Deluxe). Cuando por tercera vez perdimos una entrevista -la que hicimos en octubre a Álvaro Muñoz de Tarik y la Fábrica de Colores)- no creíamos que fuera posible tanta mala suerte. En esta ocasión los gremlins del ordenador decidieron que mi disco duro estaba demasiado lleno y optaron por formatearlo ellos solitos. Pero (¡Dios salve a las copias de seguridad!) recuperamos el archivo con la entrevista hace tan sólo unos días. A continuación podéis leer lo que dio de sí esta conversación.
Vamos a empezar con la típica pregunta que te han hecho ochenta millones de veces. Entre tu debut y tu segundo álbum pasaron ocho años, entre éste y el tercero hubo otros ocho más, y ahora llega El hueso y la carne (Mushroom Pillow, 2007) tras sólo dos años. ¿Por qué esta diferencia? ¿Qué ocurrió cuando tus discos fueron tan espaciados en el tiempo y qué ha cambiado?
Bueno, a pesar de lo que se viene diciendo relacionado con mi caprichoso e inestable carácter y tal y cual, es mucho más simple que eso. Se debe básicamente a que hasta ahora no había recalado en una discográfica sólida. Mis primeros discos habían salido no ya en compañías pequeñas, sino de vida muy efímera, lo que me impidió tener continuidad con ellas. Si a eso le sumamos que después de la publicación del primer álbum me fui a Londres, donde estuve muchos años, pues la verdad es que desconecté bastante y tampoco me obsesioné con sacar discos. Yo seguía haciendo música pero no me preocupaba publicarla o no.
Lo de tu inestabilidad anímica lo pone en la web de Mushroom Pillow a cuento de que cada vez es más difícil tenerte en un estudio de grabación. Pero visto el resultado de estos últimos discos no parece que sea así.
Lo de que soy caprichoso en parte tienen razón. Si no me encuentro cien por cien con ganas de grabar, con la seguridad de que voy a hacer un buen trabajo, sencillamente no lo hago. Igual que las compañías discográficas se toman la libertad de decirte “ahora no”, creo que el artista también debería poder decir “ahora no”, porque sabe que posiblemente le va a salir un churro. Un disco puede tener mayor o menor éxito en cuanto a cifras, pero para mí el auténtico éxito es poder vivir tranquilo después de haberlo hecho. Si no estoy completamente seguro de que tengo un material que merece la pena o que me voy a encontrar fuerte para poder acometer la tarea de grabarlo, pues no me meto. Creo que muchos artistas también tendrían que hacer lo mismo, por el bien de la humanidad. [risas]
En cuanto a la discográfica, ¿a la tercera va la vencida?
Sí, y además de una manera muy accidental, muy casual. Fue por un amigo que me animó a llevar una maqueta a una editorial porque estaba seguro de que les iba a gustar. Esa editorial al día siguiente me puso en contacto con Mushroom Pillow y a la semana estaba firmando un contrato. Si no hubiera ocurrido así probablemente estaría todavía en casa grabando mi música, porque no tengo el carácter ni la capacidad de socialización para salir con las maquetas a buscar compañías.
Una de las cosas que has dicho en alguna entrevista es que en esos periodos seguías tocando pero no tenías una banda “definitiva”, lo que no te animaba de cara a seguir adelante para grabar canciones y consolidar tu proyecto. Ahora en cambio tienes una banda estable, ¿verdad?
Sí, en aquella época no dejaba de tocar, pero al hacerlo sin banda todo surgía de una manera bastante espontánea. Me llamaban de algún sitio, yo llamaba a algún guitarrista y preparábamos algo de una manera bastante improvisada. Yo en ese terreno no me movía muy cómodo. Creo que la mayor parte de mi repertorio no estaba hecho para ser tocado de ese modo. En ese sentido el desánimo se iba asentando poco a poco. No hay nada como estar activo y tener una buena justificación detrás, como puede ser un disco, para salir a tocar.
En los primeros discos componías en inglés y en Sequentialee (Mushroom Pillow, 2005) tenías más temas en castellano que en inglés. Ahora parece que te has decantado definitivamente por el español. ¿Es algo premeditado o ha surgido de una forma natural?
Ha sido una progresión hasta llegar a hacer un disco cien por cien en castellano. Mi primer disco estaba compuesto en castellano. Que On the radio (Producciones El Hombre Tranquilo, 1997) fuera íntegramente en inglés se debe a que lo hice cuando estaba en Inglaterra y me sentía bastante cómo en ese idioma. Y lo sigo estando, creo que es un idioma perfecto para este tipo de música. Probé a adaptar alguna canción al castellano pero no salía, no quedaba bien. Lo hicimos así sin ningún tipo de prejuicio, y que después Sequentialee estuviera casi en su totalidad en castellano tampoco responde a ningún planteamiento previo. A lo mejor el hecho de establecerme de nuevo en España hizo que me diera cuenta de que si quieres tocar de verdad las emociones de los oyentes es más fácil hacerlo en castellano.
¿Qué cosas te afectan o te influyen a la hora de escribir en un idioma u otro?
En realidad las ideas de las que parten las canciones son las mismas. Lo cierto es que me manejo igual de bien en inglés que en español, yo creo que cada mitad de mi cerebro funciona en uno de estos idiomas. Desde que volví de allí no he dejado de manejarme en inglés. Soy profesor de inglés y la mayor parte del día lo uso más que el español. A la hora de escribir unas ideas me salen en inglés y otras en castellano pero, como la mayoría del repertorio está en español, cuando algo en inglés me gusta procuro llevarlo al castellano.
¿Hay alguna referencia literaria?
Se pueden decir muchas cosas, pero a la hora de escribir no me suelen influir otras canciones, sino novela o poesía, sobre todo urbana. Me gusta mucho Raymond Carver, o el estilo crudo, americano e hiperrealista de Sam Shephard. También Borges o poetas contemporáneos como Manuel Vilas.
En cuanto a la música, en la hoja de promo de El hueso y la carne se decía que meamos fuera del tiesto los que mencionamos a Neil Young y David Bowie como influencias.
La verdad es que lo de las influencias siempre ha sido curioso, porque es por oleadas. Alguien escribió de mí que se me notaba mucho la influencia de Neil Young y a partir de ahí hubo un gran número de referencias, artículos y reseñas que insistían en eso. También hubo un momento en que se mencionaba mucho a Elvis Costello cuando no creo que mi música tenga demasiado de él, al menos de forma deliberada. Se habló también de David Bowie en On the radio quizá porque al estar cantando en inglés y en un estilo de pop eminentemente británico podía recordar en las melodías al Bowie de los setenta. Pero cualquiera que eche un vistazo a mi colección de discos da cuenta de que hay no ya cosas dispares, sino incongruentes. Escucho de todo y eso abarca desde la primera música que escuché desde que tengo uso de razón, discos de mis padres de solistas italianos como Nicola di Bari o Modugno, hasta, no sé, Super Furry Animals o Guided By Voices, o música clásica. No tengo ningún prejuicio.
Lo de Neil Young era sobre todo por la versión de Cinnamon girl.
Sí, ahí estaba cantada la influencia. [risas] La verdad es que sí he oído mucho a Neil Young, pero siempre digo que ocurre una cosa con los artistas muy prolíficos, que es que tarde o temprano te van a decepcionar. Hay cosas de Neil Young o de Bowie que me gustan mucho y otras que no me gustan nada.
También se hablaba de Elvis Costello quizá por el aspecto estético. Si ves la portada de On the radio y la de Sequentialee hay una diferencia notable.
Sí, y si hiciera un disco dentro de ocho años tampoco tendría el mismo aspecto que tengo ahora. En ese sentido también no sólo en el aspecto visual sino en el musical es bueno renovarse para estimularse a la hora de hacer cosas. Lo de autocopiarse o estar estancado en un estilo o influencia no creo que produzca nada positivo desde un punto de vista creativo.
Lo que sí parece es que en este disco las influencias están más diluidas. Es un álbum más guitarrero, no hay partes tan instrumentales o melódicas como en Sequentialee. ¿Cómo ves tu evolución?
Eso fue otra cosa que me propuse. Sin que un disco sea mejor que otro Sequentialee salió bastante cristalino, más preciosista, con extravagantes arreglos de cuerda y orquestaciones y con mucho medio tiempo. Teníamos ganas de desbarrar un poco más y de darle brío y energía, acelerar las canciones, también considerando que en los directos lo íbamos a agradecer. Y también porque nos apetecía hacer algo un poco más orgánico, más imperfecto si quieres.
Me atrevería a decir que este disco suena casi más cercano a Los Planetas o a Lori Meyers, en cuanto representa una especie de recuperación del pop español de los sesenta pero con una visión actual.
La influencia de Los Planetas, que se ha venido mencionando últimamente, no voy a ser yo el que la niegue. Supongo que alguna influencia tiene que haber en cuanto en tanto somos muy buenos amigos. Nos conocimos cuando volví de Londres, saqué On the radio y fuimos a tocar a Granada. Yo estaba recién llegado y no había oído hablar de Planetas, que parece que era un sacrilegio cuando decías “¿Quién son esos pardillos con un nombre tan churro?”. [risas] Pero en aquella época ya habían sacado Una semana en el motor de un autobús (BMG, 1998) y eran un grupo consolidado. Después de aquel concierto llegaron al camerino con toda la humildad del mundo y se declararon fans de Tarik, lo que me sorprendió mucho porque hasta entonces nadie me había dicho nada parecido de una manera tan directa. A partir de ahí comenzó una relación en la que siempre se ha hablado de la posibilidad de hacer cosas juntos, y de hecho Eric, el batería, acabó tocando con Tarik y la Fábrica de Colores y no puedo pedir más.
Eric aparte, has grabado el disco en El Refugio Antiaéreo, el estudio de Los Planetas.
Y además ha colaborado Banin. El estudio está debajo de la casa de J, en un sótano, y entre sesión y sesión estábamos en su casa escuchando música. Se puede decir que bebemos de las mismas fuentes, escuchamos la misma música y por lo tanto algún parecido tiene que haber. Luego hay cosas que me hacen gracia, porque por ejemplo se dijo que en Algo que cae como la lluvia había una clara influencia de Los Planetas. Lo que la gente no sabe es que esa canción ya la tocaba yo con mi primer grupo, Yacentes, una banda after punk que creamos a principios de los ochenta. Fíjate si tiene años la canción.
¿Es arriesgado decir que los estudios en los que has grabado han dejado una impronta a los discos que has grabado en dichos estudios? Sequentialee incluso llevaba el nombre del propio estudio en el que grabaste, y en El hueso y la carne parece que también ha jugado un papel importante en su gestación.
Sí, está claro. Si yo decido grabar en un estudio y no en otro es porque estoy buscando un sonido especial. Ahí no sólo importan las máquinas, sino también la atmósfera que pueda haber en el estudio. En este caso creíamos que podríamos grabar de una forma muy cómoda en Granada. Es una ciudad que me gusta mucho, donde me siento como en casa. El estudio además está en un sitio impresionante, frente a Sierra Nevada, y es una gozada ver las montañas blancas en el horizonte. Además tienen un material analógico que nos ha dado el sonido que perseguíamos, grueso y muy pesado, que no lo tienen la mayoría de los discos actuales, que suenan demasiado digitales.
Has mencionado a Eric y a Banin, ¿la banda con la que grabaste es la misma con la que estás tocando?
Este disco se ha hecho con la banda de directo, de hecho las canciones las grabamos tocando todos a la vez. Las sesiones de grabación en realidad fueron muy rápidas. Y menos mal porque para mí ensayar es un suplicio. Afortunadamente los músicos son muy experimentados y no hay necesidad de ensayar mucho. Para lo que más tiempo tomamos después fue para mezclar y hacer algunos recordings de voces, de segundas voces y alguna guitarra más. También los arreglos de Banin se hicieron también después por separado.
Así que la banda fue la misma que somos en directo en estos momentos, salvo que ahora prescindimos de los teclados. Estamos Eric a la batería, Paco Lamato a la guitarra, Miguel Martín es el nuevo bajista y por último yo mismo. Lo de no llevar teclados tiene que ver con lo que hablábamos de que queríamos sonar más guitarreros. Prescindir de los arreglos preciosistas de Sequentialee e incluso hacer versiones de esas canciones para el directo. Interpretar de otra manera Velvet suicide y esas canciones con orquestaciones y arreglos más artificiales propios del estudio.
Llama la atención el título del disco, que es una frase sacada del tema Subir al tren.
Sí, ”El tedio se metió entre el hueso y la carne”. El otro día estaba en una entrevista para una revista y me decía el entrevistador que el estribillo de Subir al tren a él le parecía que decía ”suicídate”. [risas]Como él no tenía los créditos del disco, por más que lo oía no sabía exactamente si eso era así o no. Digo yo que después de Velvet suicide una canción que dijera en el estribillo ”suicídate” iba a acabar ya rematando las sospechas de mi inestabilidad psicológica. [risas]
De hecho no van por ahí los tiros, la canción da a entender que una vez que el tedio se instala hay que cambiar, ir hacia delante…
Sí, es justo eso, cambiar de dimensión sin pensárselo dos veces. El título también nos gustaba porque sugería esa idea orgánica que comentábamos queríamos trabajar. Detrás del hueso y la carne unos verán vísceras y otros algo más espiritual, pero eso ya depende de cada uno.
Esto también está reflejado en el diseño del disco, que es más artesanal, en formato collage.
Además el collage está hecho con recortes de revistas y pegamento, ni siquiera con ordenador. Las letras están hechas a mano y las letras de los créditos son de máquina de escribir antigua con las líneas torcidas. La idea era hacer algo un poco más ”fanzinero”. Los círculos independientes y alternativos de la música hecha con menos medios, las compañías más pequeñas, deberían retomar el encanto de lo manual, de lo sectario incluso. No intentar parecerse a las compañías grandes, entre otras cosas porque la mayoría de lo que hacen lo hacen fatal. Los diseños con los que se presentan los discos de las multinacionales son horribles. Habría que volcarse en la esencia, en reflejar sin pudor los pocos medios reforzando la pasión con la que se hacen las cosas. Ganaríamos bastante recuperando el encanto de lo cutre.
¿Cómo ves el mercado independiente, si es que éste existe como tal?
Yo he intentado mantenerme siempre lo más puro y al margen posible, pero es evidente que he venido observando cómo se ha movido esto desde hace mucho tiempo. Sinceramente creo que ahora hay más calidad que nunca, y probablemente dentro de diez, veinte años, habrá más aún. Y no sólo calidad, sino actitud, porque ahora no hay miedo a hacer lo que a uno le venga en gana. Antes había más miedo a sacar los pies del plato, si eras indie te tenías que poner las chapas antes que los calzoncillos. [risas] Ahora sin embargo dentro de los círculos independientes tienes a cantautores como Nacho Vegas mientras que Sr. Chinarro está haciendo rumbas, unos tiran más por el folk y otros por el pop británico, pero sin ningún pudor. La gente parece cada vez suena mejor, en los ochenta todo el mundo sonaba fatal. No soy nada nostálgico y no me creo eso de que antes todo era guay, que nos lo pasábamos genial entonces y que eso ya se ha perdido para siempre. Todos los grupos eran una mierda, el mío incluido. [risas] En cambio ahora hay mucha actitud, que es de agradecer.
Se habla últimamente de que están volviendo a surgir escenas pequeñas en Madrid, en Valencia, en Granada… Tú que lo estás viviendo de cerca, ¿crees que existe ese movimiento?
Yo no creo que esto surja nunca de manera deliberada ni organizada, pero sí es verdad que, por ejemplo Córdoba, siempre se ha estado moviendo entre la apatía y el florecer de nuevos grupos. En Granada, con Planetas y Lori Meyers como referentes, aparecen bandas como setas. Eric acaba de producir a un nuevo grupo nuevo de adolescentes que son buenísimos. Gente a la que se le nota una sabiduría musical tremenda. Detrás de todo gran grupo siempre hay mucha información musical, y ahora hay cantidad de chavales de dieciséis años que conocen igual a Frank Zappa que a Guided By Voices o Flaming Lips. Y a mí eso me resulta fantástico. Ahora mismo Granada me parece una de las ciudades más interesantes de España en ese sentido. Lo que se respira por la calle es mucho…
¡Y lo tenemos que dejar aquí! [risas] Muchas gracias por todo.
Muchas gracias a ti y que tengas mucha suerte.