Editors – The back room
Hablar del debut de Editors es muy complicado. Este The back room (Kitchenware, 2005) es una contradicción en sí mismo. Los temas suenan bien, una vez los repasas te das cuenta de que prácticamente todos te parecen buenos, pero el disco entero se hace infumable por momentos. Parece increíble, pero sucede.
Tal vez la culpa sea de que empieza muy fuerte, podría pensar uno. Lights y Munich son un inicio de muchos kilates para lo que nos espera. Tanto que un tema tan resultón como Blood ya se nos hace soso. Y a partir de ahí una escucha continua se hace dura. All sparks o Bullets suenan potentes, pero no consiguen sacarnos de una cierta sensación de aburrimiento, de previsibilidad. Tanto es así que hasta cuando sacan su vena más sensible con una joya como Fall a uno le cuesta paladearla como debe.
Editors han hecho algo muy complicado, y eso es convertir un disco del nuevo revival post-punk más oscuro en un trabajo de temas. De acuerdo, desde Interpol a The Rapture o The Walkmen todos ellos han demostrado en sobradas ocasiones una enorme capacidad para sacar singles modelo bombazo, pero ganaban en el disco frente a los temas aislados. Los chicos de Birmingham hacen todo lo contrario, y eso les pesa mucho.
Porque si al menos independientemente las canciones superaran a sus modelos en algún momento esto sería más perdonable. Pero salvo un par de ellas, el resto ni siquiera pasarían de ser caras B de su referente americano Interpol. Les falta acabar de pulirlas, controlar algunas duraciones (siempre que bajan el pistón se van a más de 5 minutos) y, sobre todo, tener un tracklist más eficiente.
Mientras no lo logren se quedarán en lo que son ahora, un grupo que promete mucho más de lo que consigue. Escuchadas sus canciones sueltas pueden engañarnos siempre que quieran, pero con el álbm en la mano se quedan en una promesa incumplida, la respuesta inglesa a Interpol que no alcanza a sus modelos. Al menos de momento.