Disco Las Palmeras! (La[2], Barcelona, 14-01-11)
La verdad es que me sorprendió que fuera tan poca gente el sábado en La[2] de Apolo para ver a Disco Las Palmeras!. Con el pedazo de disco que han sacado, acogido con los brazos abiertos por la mayoría de publicaciones del género, esperaba, por lo menos, algún que otro apretón más en primera fila: calor, sudor, y un poquito más de esa sensación de angostura que predican en su Nihil Obstat. No fue, desde luego, por falta de entrega del trío, sino más bien porque las grandes batallas se libran entre mucha más gente. Voló la metralla, pero sin causar apenas víctimas, como concediéndonos el perdón, y sonaron con la seguridad y el arrojo de quién ha nacido preparado para lo peor, para el momento crítico; para el día del juicio final, tal vez.
La primera vez que me hablaron de Disco Las Palmeras! me los presentaron como los A Place To Bury Strangers españoles, quizás por esa semejante falta de tacto a la hora de presentar sus verdades. Pero ahora que he podido verles en directo, entiendo también que su universo musical se ha ido construyendo en base a la búsqueda de la parte cruda, del lado oscuro. No se refugian en el embellecimiento anestésico, ni en la magia blanca para explicar sus miedos: los presentan tal cual se les aparecen a ellos en la mente: caóticos, bajo un firme y colosal aspecto; como la superficie de la Tierra, que esconde el magma bajo su ilusoria estabilidad. El sonido áspero y punzante, las toneladas de penetrante distorsión que vuelcan en cada composición, el ritmo desafiante, y la densa y persistente atmósfera de choque y conflicto con que llenaron ayer la hueca sala del Paral-lell, son solo el lenguaje con el que se expresan fieles a su realidad.
La escatología reina en su filosofía musical. Otras bandas de las que les suponemos deudores como The Jesus And Mary Chain, My Bloody Valentine o incluso Sonic Youth o Tool, parecen menos abocados al desastre que Disco Las Plameras!. Disfrutaban también con la perdición y con el ruido del caos, pero el atisbo de confianza en el mañana que guardaba la generación grunge acabó por salvarles. Los gallegos, en cambio, de desbocan hacia la derrota, sin el miedo al qué perder: se desatan al borde de la pendiente, con el peso de millones de kilos de decibelios bien cargados en las dos guitarras, al ritmo despeñado de una batería portentosa y de plato ancho.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Escucha el setlist del concierto en Spotify (menos las 3 nuevas).
También disponible en En clave de Luna.
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