Dinosaur Jr. (Barcelona, 11-02-10)
Habían pasado trece años desde que me encontré cara a cara con J. Mascis por primera vez. Corría el verano del 97 en Benicàssim –exacto, el de la inundación. Qué recuerdos, ¿eh?–, y yo sólo contaba diecisiete primaveras. Me pasé todo el concierto admirando el espectáculo sonoro desde la primera fila y con las manos en la cabeza. Ahora ya no tengo diecisiete; ahora son 31 y muchas veces me he sorprendido rememorando aquella noche, lamentándome porque sabía que, con el paso de los años, sería difícil volver a repetir la misma experiencia. Pues bien, lo que vivimos en el Apolo barcelonés con la visita de la formación original de la banda que a muchos nos cambió la vida fue, sencillamente, apoteósico.
Sólo entrar en la sala, uno ya se quedaba alucinado al ver lo que Mr. Mascis ponía sobre el escenario. El genio de la melena canosa sale a escena rodeado que cuatro torres Marshall que nos harían sentir como si nos golpearan en el pecho muchos de los himnos de nuestra vida, de la de antes y la de ahora. Porque, seamos realistas, la vuelta de Dinosaur Jr. es de las poquísimas que tienen razón de ser, como después demuestran esas dos joyas que son Beyond (Fat Possum, 2007) y Farm (Jagjaguwar, 2009). Mascis y Lou Barlow, acompañados por Murph –increíble a la batería–, repasaron temas de todas las épocas del grupo, desde las más recientes (Over it) hasta grandes clásicos como The wagon. Como ya imaginarán, en esta ocasión ni estuve en primera fila ni con las manos en la cabeza, pero sí me emocionó ver cómo un público que ya peina canas -y muchos seguro que calientan biberones- olvidaba todos los problemas para bailar un poco y poner la sala patas arriba. Y es que habrán pasado los años, para ellos y para nosotros, pero el recuerdo de los 90, el volver a sentir que el mundo está a tus pies, solo es posible en conciertos como éste. Gracias, Dinosaur Jr.
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