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Depeche Mode – Playing the angel

En el nuevo álbum de Depeche Mode las composiciones también corren a cargo y por primera vez de Dave Gahan, y junto con las ya consabidas de Martin Gore se nos presenta una obra que nos devuelve el sonido de la banda que más ha gustado desde siempre. Oscuridad y emocionalidad enfrascadas en múltiples capas sintetizadas muy bien producidas, con letras que hablan sobre sentimientos y pasiones, y una grandeza enorme a la hora de compaginar la voz sobre la canción dentro del ámbito pop. Y aunque la música actual corra por derroteros muy distintos a otras épocas, en donde prima la imagen y la moda del sonido queda en un segundo plano, esta revisión del pasado tan clara de la banda británica se agradece y mucho, sobretodo cuando se hace de una forma conscientemente brillante.

Gahan nos propone Suffer well, I want it all y la soberbia Nothing’s impossible. Probablemente tres momentos sublimes dentro de esta obra tan homogenea y bien desarrollada. Y Gore no se queda atrás en su calidad aportativa, mención especial a John the revelator, una orgía electrónica de tres minutos y medio que ironiza sobre las religiones, uno de los temas favoritos del cerebro gris de la banda. Y además canta, como siempre, en una parte proporcional menor. En este caso nos brinda Macro y Damaged People, esta última con claras reminiscencias setenteras.

Playing the angel (Wea, 2005) se presentó al mundo con la ya conocida Precious, que no deja de ser otra delicia electro-pop más, aunque nos recuerde un tanto a aquel Enjoy the silence y quede probablemente mal parada debido a ello entre sus fans más acérrimos. Quizá el error con este excepcional tema es que está un poco fuera del conjunto que se nos ofrece en el disco. O, probablemente, porque da la impresión ya comentada de «autoplagio», algo que también ocurre en otros temas como Darkest star que recuerda un tanto aquel Waiting for the night del Violator (Wea, 1990).

Aún así, y de todas formas, estamos ante lo mejor de Depeche Mode desde aquel Songs of faith and devotion (Wea, 1993). Al menos este álbum es compacto y muy definido, muy al contrario que las obras realizadas posteriormente por la banda en la década de los 90. Generalmente cuando un disco no entra a la primera, y es evidente que este trabajo no lo hace, merece más escuchas, porque se puede convertir sin duda en lo que es Playing the angel: una obra imprescindible del pasado 2005.

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