El músico de sesión Dennis Coffey tiene tras de sí una carrera discográfica que se remonta a la década de los 50. Su popularidad -que para muchos solamente llega a los títulos de crédito- no es proporcional a los cambios que introdujo, en solitario o como miembro fijo de la banda Funk Brothers, en el sonido Motown de finales de los sesenta: el wah-wah y la distorsión de la guitarra (Cloud nine y Ball of confusion de The Temptations o el War de Edwin Starr). Tras romper con Motown, apenas logró un par de éxitos con dos instrumentales en los años setenta -entre ellos Scorpio, sampleado hasta la saciedad en años posteriores- y más tarde trabajó con los Parliament y Funkadelic de George Clinton.
Ahora, con setenta años, publica un disco homónimo y su primer álbum en más de veinte años. Sería un error pensar que se trata de un disco de homenaje. Tampoco huele a vinilo desempolvado. El músico, eso sí, repasa su amplio catálogo junto a artistas invitados, y en gran medida es él quien les contagia la vitalidad: al habitualmente insípido Paolo Nutini se le ve en plena forma en la revisión de Only good for conversation de Rodriguez (Cold fact, 1970). Lo mismo ocurre en las versiones de All your goodies are gone de Parliament (Up for the down stroke, 1974) junto a Mayer Hawthorne; y en I bet you de Funkadelic (Funkadelic, 1970) junto a Marc Collins y Rachel Nagy de Detroit Cobras. Con todo, la verdadera tarjeta de presentación de Coffey llega cuando él -y su guitarra, por supuesto- son protagonistas absolutos: 7th Galaxy, Plutonius y una infecciosa Ubiquitous, solo en la versión digital, destacan en el disco de un músico que, a los setenta años, mantiene la enérgica vitalidad de un principiante.
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