Delorean presentan su nuevo single
Delorean se han pasado la vida juntos. Comenzaron la banda como adolescentes en Zarautz, en el País vasco, se instruyeron en el gusto por los hi-hats de la música de baile, y se mudaron a Barcelona. Con su celebrado LP Subiza abrazaron el carácter más despreocupado de la música de baile y giraron durante aproximadamente tres años. De ahí que resulte poco sorprendente que la banda – Ekhi Lopetegi, Guillermo Astrain (guitarra), Unai Lazcano (teclados) e Igor Escudero (batería) – se dispusiera a llevar una vida lo más normal posible. Para alcanzar ese poco de orden montaron su estudio en el barrio barcelonés de Poblenou. «Hemos llevado una vida muy al uso» comenta Ekhi Lopetegi del tiempo que pasaron componiendo y escribiendo Apar, «lo necesitábamos después de tres años de giras. El estudio tiene ese aire de lugar de trabajo y lo vivimos como tal. A lo largo de este año incluso nuestros horarios han sido normales: nos levantábamos, íbamos a trabajar, parábamos para comer, seguíamos trabajando y quedábamos con amigos después».
Con Apar el grupo ha emprendido un viaje musical que busca lo más elemental de las canciones. Han dejado atrás la ornamentación y complejidad del Subiza, las voces femeninas construidas mediante la edición de sampleos de voz han sido sustituidas por cantantes (incluyendo una colaboración con Caroline Polachek de Chairlift) reduciendo al máximo la instrumentación que las apoya. El álbum se ha grabado en los estudios Gigantic de NY y ha sido coproducido por Chris Zane y Delorean. Sin renunciar a los métodos de producción de sus trabajos anteriores en Apar se han querido recuperar elementos de corte más clásico, grabando casi toda la instrumentación, devolviendo a las guitarras una preeminencia que habían perdido y trabajando estructuras clásicas del pop. Esta aproximación a la composición se expresa también en la centralidad que ha adquirido la parte vocal y lírica.
En Apar (a la venta el 9 de septiembre), una relación rota sirve como la base sobre la que se construye una reflexión acerca de la locura que implica comprometerse de manera incondicional con otra persona. Dice Ekhi Lopetegi que «hay muchos tus en las letras» pero que no ha intentado «construir un relato de algo que pasó». Las letras exploran la contradicción existente entre el hecho de ser finitos y la necesidad de comprometernos incondicionalmente, en el amor, en la amistad o en la lealtad para con el otro. La crisis ha golpeado duramente España mientras se componía Apar, dejando cerca de un cuarto de la población sin empleo. Bajo esta luz la cuestión de la inestabilidad en el amor entronca sutilmente con algo más amplio. Así como ocurre en las relaciones, la gente resiste, al tiempo que ve cómo a su alrededor algo que creían fuerte y verdadero se deshace. Las letras parten así de un evento específico y profundamente personal – una ruptura – para abarcar un contexto más amplio.
La portada unifica esa experiencia común de la ruptura, central en Apar (que significa «espuma» en euskera) y la refinada producción analógica del álbum. Inspirada en las cruces que el escultor Jorge Oteiza hizo para la tumba compartida por su mujer y él, muestra dos cruces de madera, conectadas como en un abrazo y arrojadas al mar. A pesar de que como símbolo remitan a la muerte, las cruces se aguantan la una en la otra . «Death shall have no dominion» canta el estribillo de Dominion, citando el conocido poema de Dylan Thomas.
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