En 2011, George Clarke y Kerry McCoy publicaron su disco debut, Roads to Judah, en el que marcaron las pautas identificativas de la formación: guitarras post-rock, shoegaze melancólico e influencias de black metal, lo cual hizo que fueran menospreciados por los puristas del género. Al fin y al cabo, se convirtieron en estandarte de un movimiento- que no únicos integrantes- conocido como blackgaze: un acrónimo de ‘black metal’ y ‘shoegaze’, alcanzando un gran éxito con su segundo trabajo, Sunbather.
En Ordinary Corrupt Human (Anti), su cuarto álbum- cuyo título está tomado de la novela de 1951 de Graham Greene, The End Of The Affair– producido por Jack Shirley (Jeff Rosenstock, Smith Street Band) volvemos a encontrar al grupo cómodo en una constante experimentación sónica y en dos mundos en principio contrapuestos, con comienzos cinematográficos – el piano como elemento imprescindible- referencias a Cortázar (Honeycomb) y pivotando del metal al shoegaze/post rock (Near) e incluso con incursión en clave operística en un dúo de rock gótico con Chelsea Wolfe (Night people). Situados entre el darkwave y dream-pop, con referencias tanto a Smashing Pumpkins como Slowdive o el rock progresivo clásico, Deafheaven siguen en su constante desafío, evolución y versatilidad y apuntan a que, en el futuro, aún nos harán llegar referencias aún más sublimes.