Cruïlla 2013. Día 2 (Barcelona, 06-07-2013)
Cruïlla 2013. Día 2: Selah Sue, Tiken Jah Fakoly, Goran Bregovic, Morcheeba, Snoop Dogg, Fermín Muguruza Kontrakantxa y Tiger Menja Zebra.
La segunda jornada del Cruïlla, la del sábado, se planteaba más relajada aun que la primera, y aunque el intenso calor tampoco dio tregua alguna, la asistencia de público finalmente completó y superó la treintena de miles, a los largo de los dos días. Seguramente el rapero Snoop Dogg era la pieza más cotizada del cartel del día, una auténtica leyenda del hip-hop de la costa oeste, pero el eclecticismo característico del festival permitió que el heterogéneo gentío disfrutara masivamente de las diversas propuestas musicales que se pudieron ver. Con una atención menor hacia los fenómenos derivados del rock, la jornada del sábado transcurrió más bien al ritmo de sonidos mestizos procedentes, en su mayoría, de países de la periferia y del sur. Definitivamente la globalización ha permitido que fenómenos musicales de países y tradiciones culturales lejanas hayan cristalizado en artistas y públicos occidentales.
Más allá del hip-hop y el raggae, arraigados desde hace años en el primer mundo por su asociación implícita a determinadas actitudes, identidades, tribus y estéticas urbanas, últimamente es habitual la presencia de elementos de la música negra en producciones de artistas de países del norte mundial, por mero enriquecimiento. Solo en esa línea se puede entender el rápido éxito de la belga Selah Sue, una blanquita rubia de apenas 24 años, que con apenas un disco y tres Eps ya se empieza a postular como una de las voces más interesantes y prometedoras del viejo continente. Domina a la perfección al menos cuatro registros: soul, R&B, raggae y hip-hop, manejando la logopedia intrínseca de cada género como si fuera ya una experta consagrada. Con tan solo una guitarra, una muy buena banda a sus espaldas y una voz natural y resuelta, Selah Sue dio sobradas muestras de un talento que esperamos sea creciente.
Al mismo tiempo, en el escenario Deezer, tocaba Tiken Jah Fakoly con su banda. Coincidió con la hora del ocaso, así que entre el calor y el humo de la marihuana filtrándose por entre los rayos oblicuos del sol, pudimos degustar uno de los mejores ejemplos de la renovación que el raggae está sufriendo desde hace un par de décadas desde la misma África. Absolutamente tradicional en la forma, en la instrumentación y en la estética, el marfileño hace especial hincapié en el mensaje de concienciación y de denuncia de la discriminación y la injusticia político-social, participando en el amplio movimiento modernización del africanismo. Un raggae de generoso cuerpo, despierto, comprometido y muy colorido, que extendió rápidamente el buen rollo entre los asistentes. En este sentido, la elección de géneros ha sido un acierto incontestable por parte de la organización.
A continuación, con el cuerpo caldeado y a la hora de los mosquitos, Goran Bregovic terminó de sacudir al público con su sistema musical de denominación de origen balcánica. Nacido en Sarajevo en1950, de padre croata y madre serbia, el hombre siempre se ha autodenominado yugoslavo, y su música no podía ser sino inclusiva: una amalgama pan-balcánica donde el peso de las tradiciones musicales zíngara, búlgara, judía, ortodoxa e incluso musulmana sostienen por igual un eterno ritmo de fiesta tipo ska que, interpretado por la Wedding & Funeral Orchestra, hizo bailar y saltar al numerosísimo público que se quedó en el escenario Estrella Damm, renunciando o posponiendo la cena. Bregovic es el colmo del eclecticismo, y es francamente admirable que haya construido una carrera dilatada y ampliamente respetada, más allá de la industria musical, a base de recuperar y mezclar siempre lo mejor de las ricas y hermosas tradiciones culturales de unas poblaciones, las de la antigua Yugoslavia, que siempre se han hecho daño mutuamente.
Con la noche ya instalada en el recinto del Fórum, volvió a sonar la música negra en el Cruïlla. Puede que los elementos de ésta en la fórmula de Morcheeba no sean tan evidentes como en otros casos, pero lo cierto es que bajo la apariencia sofisticada y cosmopolita de los londinenses se esconden raíces sonoras sincréticas que indirecta pero inevitablemente nos llevan al meollo de movimientos musicales como el soul, el funky, e incluso el góspel. La clase de Skye Edwards es infinita, y por su voz pasan todos los géneros que ella quiera sin que la sonrisa se le vaya de la cara. En su día completaron con éxito la difícil transición desde el trip-hop más luminoso y sano al pop engalanado a ritmo de downtempo que practican ahora; pero el sábado en el escenario Deezer demostraron, siguiendo la línea argumental del festival, que más allá de una u otra etiqueta, simplemente interpretan una música que gusta.
Llegaba entonces la hora del hip-hop. No se había distinguido durante el día un marcado grupo de espectadores raperos entre los asistentes al evento, pero cuando Snoop Dogg salió al escenario Estrella, dio la impresión de que se trataba del concierto que más gente había reunido en el conjunto de los dos días. Es posible que este rapero del sur de Los Ángeles haya dejado ya atrás sus mejores días en cuanto al calado de sus composiciones en el grueso del género: se le debe mucho en la construcción del gangsta rap, uno de los sub-géneros más populares; pero hoy por hoy vende más bien una imagen, que es la mismísima fuente del tópico west coast, una colección de éxitos de otros artistas como Dr. Dree, con los que ha trabajado en el pasado, y, eso sí, un directo confeccionado al milímetro para mantener a tope la intensidad. Es de esos raperos que no tiene ni que decir eso de ¡put your hands up!
Ataviado con una camiseta del Barça (temporada 2012/13) serigrafiada con su nombre sobre el número 10, Snoop Dogg se hizo acompañar de otros Mcs sobre el escenario, de un Dj, claro está, y además iban y venían una terna de animadoras/bailarinas vestidas de militar, y un tipo disfrazado de perro con la cabeza enorme. No es que sea el colmo de lo hortera, pero desde luego anda cerca. Ahora, su directo logró transmitir mucho de lo que es y ha sido un movimiento tan particular como el hip-hop; y además, aseguró la continuidad de ciertas energías en un público que ya empezaba a notar los estragos de la atmósfera veraniega. El último plato fuerte era Fermín Muguruza Kontrakantxa, quien tras 6 años alejado de los escenarios regresa ahora para celebrar sus 30 años de carrera musical, encarnando su concierto a la perfección el espíritu mestizo de este festival.
El Cruïlla 2013 se cerró, con permiso de los Nasty Monday Djs y Tego Calderón, con el concierto de los Tiger Menja Zebra en el escenario El Periódico. Los de Granollers, tres cuartas partes de los desaparecidos Camping, han dado un importante paso hacia adelante esta temporada con la edición de su primer álbum, Com Començar Una Guerra (Music Or Nothing, 2012), y con actuaciones en algunos de los eventos más relevantes de la capital barcelonesa, entre los que destacan el Emergéncia Fectival y el Sónar, a los que ahora se suma el Cruïlla. Fue sin duda la propuesta más arriesgada de toda la programación, la apuesta estrella de la organización por un sonido poco convencional, que además viene de la mano de músicos locales con mucho que decir. Un proyecto serio y contundente, arisco como una gruesa verja electrificada, que parece la fotografía en alta definición de una colisión de partículas de sonido industrial de alto voltaje.
Los Tiger Menja Zebra son un poco como Arrebato, la peli de Iván Zulueta: cuanto más los miras, más crece tu obsesión y su poder de atracción, hasta que acaban por engullirte o por colonizar tu interior, que viene a ser los mismo. El claroscuro del fondo de su persistente distorsión y el tribalismo mecanizado de la batería, reforzada por unos platos colgados sobre el instrumental electrónico que todos aporrean con rabia y sin piedad, son solo algunos de los elementos que hacen de esta una de las propuestas más interesantes de la temporada a nivel local, e incluso nacional. Además, aciertos tan rotundos como Oubriré el teu cap per possar-hi flors merecen la pena ser escuchados en directo. Fue el prefecto y categórico punto y final a un festival, el Cruïlla, que efectivamente brilló por su eclecticismo. Dos días de raggae, hip-hop, brit-pop, indie, post-rock instrumental, raggaemuffin, electrónica, country, soul, gangsta rap, R&B, folk, música balcánica, trip-hop, noise, etcétera, etcétera, etcétera…
Fotos de Pablo Luna Chao.
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