[Crónica] Wilco (Alicante, 17/08/23)
Apenas unos días antes de comenzar su gira europea, Wilco anunció su decimotercer álbum de estudio (Cousin) para antes de finales de septiembre, un álbum que pronto seguirá a Cruel Country, el que realmente es el que venían a presentar en esta gira y demostrar, una vez más, por qué es una de las mejores bandas estadounidenses de rock and roll en vivo. La banda de Chicago tocó ya el pasado año en nuestro país pero con la ausencia de su guitarrista Nels Cline, baja por covid-19, por lo que esta nueva gira podría servir como una especie de desagravio tras la falta de un miembro sustancial, incluso aunque Cline se hubiera incorporado a Wilco en 2004, diez años después de su nacimiento.
Los doce álbumes de la banda proporcionaron mucho material sólido para la velada de una (muy cálida) noche de verano en la plaza de toros alicantina. La formación comenzó con Handshake Drugs, de uno de sus discos más celebrados, A Ghost is Born, que el año que viene cumple 20 años, una canción que ejemplifica realmente la combinación de improvisación de guitarras en melodías hipnóticas con la experimentación habitual de la banda a través de la cacofonía de ruido electrónico. Tras ella, siguieron tres de las canciones de su nuevo álbum, no por orden del disco, sino de menor a mayor rítmica: Story to tell, I am My Mother y la aplaudida canción titular Cruel Country, un amor infantil por su tierra natal sin omitir una reflexión irónica sobre sus deficiencias («Amo a mi país, estúpido y cruel; rojo, blanco y azul”) . Tweedy estaba flanqueado por los guitarristas Nels Cline y Pat Sansone, y este último se duplicaba en los teclados y fabricando todo tipo de efectos de sonido. I Am Trying to Break Your Heart, también de A Ghost is Born, fue otro de los momentos clave de la noche, seguida oportunamente de Hints, una de las melodías memorables de su reciente álbum junto a Mistery Binds, que no sonó esa noche. Un salto atrás para If I Ever Was a Child, el single de su discreto álbum Schmilco y Whole Love, que titulaba su álbum de 2011, el primero en su sello dBpm, con un estribillo adecuado para ser coreado por el público.
De nuevo a A Ghost is Born, con la solemne Humminbird, una de las canciones más celebradas por el público. Sobre todo a partir de entonces Jeff (Tweedy) -mucho más hablador que al principio de la actuación- John (Stirratt), Nels (Cline), Glenn (Kotche), Mikael (Jorgensen) y Pat (Sansone) se percataron que, a pesar de no contar con una plaza hasta la bandera, la mayor parte del público que asistía a su concierto conocía de sobra sus canciones. En un momento, un niño de las primeras filas le regaló a Tweedy una figura con forma de micrófono, que él consideró como un premio («Is this an award??») y la banda le devolvería al final el obsequio con las baquetas y el setlist del concierto. Tras la lenta Sunken Treasure, una de las más antiguas de la velada (de Being There, 1996) y la preciosa Love is Everywhere (de Ode to Joy, 2019), que tanto recuerda a su compañero de generación Elliott Smith, con su envolvente y magnético riff de guitarra, la banda regresó a su nuevo disco, con maravilloso duelo de guitarras incluído de Pat Sansone y Neils Cline, más prolongado que en el álbum, en Bird Without a Tail / Base of My Skull, momento cumbre de la noche. Tras Random Name Generator de Star Wars (2015), otro de sus discos menores, llegaron las dos canciones que probablemente el público más esperaba: Impossible Germany y Jesus, Etc, con la interpretación virtuosa de Nels que cautivó a la audiencia y eclipsó- al menos durante esos minutos- al resto de miembros. «Todavía tenemos más canciones»– advertía Tweedy sonriente de vez en cuando, cuando advertía la satisfacción del público.
La vertiente más power pop– en otro viaje en el tiempo a los primeros días de la banda- se hizo notoria con Box Full of Letters, de su álbum debut A.M. (1995), que giró al indie rock de The Late Greats– otra vez A ghost is born– y de la formidable A Dawn on Me de The Whole Love (2011), una de las mejores de su discografía reciente, para cerrar el telón con A Shot in the arm, una buena representación de Summerteeth (1999), definida por su hipnótica línea de piano, si bien echamos de menos Always in love. En los bises llegó la canción más country de Cruel Country, Falling Apart, seguida de California Stars– sobre el anhelo de escapar, de conectar y encontrar consuelo en la belleza de la naturaleza– con letra de Woody Guthrie y el cierre más psicodélico posible con Spiders (Kidsmoke), regreso a su obra maestra de 2004. Si hay un rasgo que había definido siempre a Wilco, y lo demostraron en su directo, es su versatilidad. Aunque es cierto que resulta difícil mantener siempre alto el listón, esperemos que en su próximo e inminente nuevo disco, Cousin, continúen en ese camino y nos sorprendan con más grandes canciones para revivir en el escenario.