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[Crónica] Travis (Madrid, 29/08/24)

Cuando ves a la gente joven asistiendo, mucha de ella en primeras filas, a un concierto de un grupo veterano, le otorgas mucho mérito. Probablemente gran parte habrá escuchado a sus padres de los vinilos o cds a su banda favorita de los 90s pero ha llegado a la conclusión, por su cuenta, de que era una gran banda de pop o rock. O simplemente, en la era de internet, ha llegado a ese grupo por casualidad en una playlist. En cualquier caso, el joven carece del elemento de nostalgia de sus padres: valora al grupo simplemente por la música y no por los recuerdos que evoca. De la misma forma que nosotros hacíamos con la música que escuchaban nuestros padres.

Personalmente, aunque a veces es difícil evitarlo, detesto ir a un concierto por nostalgia. Es propio de cualquier generación, también probablemente le llegará a la actualmente joven. Esa sensación -o aspiración- de trasladarse, con una actuación, a otra época -que se supone mejor- siempre me ha producido un absoluto rechazo. Incluso podría añadir que esta actitud es una forma de subestimar al artista, que parece que solamente debe tocar las canciones que en su momento te hicieron feliz.

Con Travis, que actuaba en Madrid dentro de dos únicas fechas en España, a primera vista podría ocurrir algo de todo esto. Sin embargo, estaba bastante equivocado. La banda escocesa venía a presentar su recién editado décimo álbum L.A. Times (2024) y, con todo, el público ya conocía bastante bien las canciones del disco, un gesto que seguramente la banda agradeció.  Healy escribió las diez canciones que lo componen en su propio estudio de Los Ángeles, ciudad donde reside desde hace tiempo durante una década y de ahí el título. El comienzo con Bus, una de nuestras favoritas, fue un signo evidente; es una de las más inmediatas y no tardó en comenzar a ser coreada por la multitud.

A Frank Healy le debe encantar el color, pero para su nueva gira sustituyó el traje rosa brillante y la camiseta rosa a juego por el pelo teñido y camiseta blanca, un “outfit”, como dicen ahora los cursis en tik tok, más apropiado para el tiempo veraniego. Durante toda la actuación nos percatamos de que el vocalista de Travis es de esas personas que transmite auténtico optimismo- todos tenemos algún conocid@ así- ya que según él, la naturaleza hospitalaria forma parte de la forma de ser escocesa. El setlist continuó con acierto con Driftwood, single de The Man Who que este año cumplía 25 años, seguido de Love Will Come Through de 2003 y de Alive, de su citado nuevo álbum. Travis utilizó una técnica que he visto mucho en los últimos conciertos a los que he asistido, “involucrar” al público en tus canciones nuevas- en las antiguas no es necesario- con coros repartidos en secciones. En el caso de Alive se prestaba bastante bien y les funcionó a la perfección. Con I Love You Anyways y Good Feeling la banda cumplió con su parte del álbum debut de 1997, mientras que los dos momentos cruciales llegaron con un par de sus canciones más memorables: Writing to Reach You, de la que Healey una vez reconoció haber tomado los acordes de guitarra de Wonderwall de Oasis, y, con un sonido más pesado y rockero, Side, que también despertó emociones cuando entonó “That the grass is always greener on the other side. The neighbor’s got a new car that you want drive. And when time is running out you want stay alive…”.

Con The River, de su último álbum, un continuamente locuaz Healey reconoció esa noche que fue “la canción más escocesa” que jamás había escrito para la banda. La multitud volvió a emocionarse con Closer del disco The Boy with No Name (2007) y el entusiasmo se multiplicó desde las primeras notas de la optimista Sing de The Invisible Band (2001), que nos trajo a la memoria el inolvidable videoclip de la canción, con el cuarteto bien trajeado caminando en bicicleta hacia una fiesta de postín. Sonaron tres más del nuevo álbum: Raze the Bar, que, salvo el batería Neil Primrose, el resto de la banda consideró su favorita del disco y que cuenta en el álbum – tampoco se destacan mucho – con la participación de Chris Martin de Coldplay y Brandon Flowers de The Killers. Gaslight fue una de las más vitoreadas del último álbum, la más britpop del disco, mientras que Healey contó cómo Naked in New York City le llevó 27 años para escribirla y terminarla. El final llegó con Turn, uno de los números más rockeros de Travis, digamos el Creep de los escoceses, que vio al público unirse para cantar apasionadamente a altos niveles de decibelios. El cuarteto sorprendió durante los bises interpretando al unísono Flowers in the Window, con apenas una guitarra, seguida de la popular versión de Baby One More Time, en su momento una broma que acabó incluída en su sencillo Turn. El tema final no fue otro que Why Does It Always Rain on Me?, que se ganó el obligatorio, pero voluntario, movimiento de manos y saltos de arriba a abajo donde tanto Travis como los fans revivieron la clásica actuación de la banda en Glastonbury de 1999. ¿Faltaron Coming Around o Re-Offender? Tal vez, pero, volviendo al principio, esto no era una cita de nostalgia, sino la presentación de un nuevo álbum de una banda que defiende, con honestidad, los 25 años a sus espaldas.

 

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