Si hay algo realmente positivo al ver en vivo a una artista veterano es que, dada la edad media del público asistente, se reduce de forma considerable el mar de pantallas de iPhone, así como la ansiedad por tomar una foto o grabar un video y subirlo a la historia de Instagram. Sí, no estamos libres de pecado: probablemente tomes una o dos fotos, o 30 segundos de video para el recuerdo, pero finalmente acabas enfrascado en la actuación y disfrutas del momento. De eso se trata.
The Psichedelic Furs es otra de esas bandas que, aunque ya había regresado a los directos a principios del nuevo siglo tras permanecer desactivada durante los años 90s, no había lanzado un disco hasta su regreso con Made of Rain de 2020, un retorno después de 30 años que fue, además, bien recibido por la crítica. La banda consiguió presentar su nuevo álbum en EEUU tras el parón del COVID pero sufrió un terrible mazazo el pasado año: su icónico saxofonista Mars Williams, que estuvo con la banda desde su regreso en 2005, fallecía con 68 años. Williams aportó a la banda durante toda su discografía- salvo en el álbum World Outside de 1991- un distintivo sonido melancólico dentro de su agrio post punk de guitarras y, de hecho, era uno de los protagonistas clave de sus directos.
Realmente su nueva gira por la península no podía haber comenzado con buen pie: en el Luna Fest de Coimbra el sonido se estropeó en la tercera canción y su actuación se canceló, mientras que el sábado la fuerte lluvia que cayó en Granada hizo que se suspendiese la cita programada en la Alhambra, para la cual teníamos prevista la asistencia. Con los dedos cruzados ya que pasaba la hora señalada y no había señales de vida, en las Sala Custom finalmente salieron al escenario. Los miembros originales Richard Butler, el carismático vocalista de la banda, y su hermano Timothy en el bajo, estaban complementados por Zachary Alford en la batería (tocó con B-52, Bowie, Springsteen), una auténtica máquina con las baquetas, el infalible Rich Good en la guitarra principal y Amanda Kramer en los teclados (tocó con Siouxsie Sioux, Lloyd Cole, Eurythmics) y nada menos que Richard Fortus de Guns N’ Roses, que había sido miembro de Love Spit Love junto a Richard Butler y que ha participado y ha coproducido el nuevo álbum.
En un concierto de 18 canciones, los Psychedelic Furs estuvieron vehementes, entusiastas y geniales, sin necesidad de añadir ningún efecto especial durante dos horas para un público que se mantuvo embelesado. Casi todos los miembros del grupo lucían gafas de sol gruesas y estaban adornados con estilos góticos que fomentaban su atmósfera punk. El comienzo con una de las canciones de su último álbum, The Boy That Invented Rock & Roll, fue como un puñetazo en la mesa de autoafirmación, seguido de So Run Down de Talk Talk Talk –Mr. Jones y Pretty in Pink del mismo disco también estuvieron en el setlist– y el esperado The Ghost in You, que sirvió de autentico revulsivo. Forever Now de 1982 fue sin duda el álbum más visitado, con Only You and I, Love my way, el esplendido cierre del álbum, No Easy Street o la vigente President Gas, en su momento dedicada a Reagan y una de las piezas más punks de su carrera. La banda recuperó algunas canciones por primera vez en esta gira, como House, uno de los singles del álbum Book of Days, además de India en los bises, que probablemente se resentía de la poderosa aportación del saxo de Mars Williams. Con todo, se vio compensado con la técnica de Richard Fortus en plena forma en su curioso contrabajo eléctrico, especialmente en In my head. Butler no solo prestaba su voz, igual de enérgica que hace 40 años, sino que, parecía actuar en una especie de monólogo dramático. Mirror Moves, probablemente su mejor disco, también estuvo presente con otras dos piezas esenciales: Highwire Days y, naturalmente, Heaven, con la que la banda cerró su actuación no sin antes deleitar al público con su insólito top 10 en España, Heartbeat Beat, del álbum Midnight to Midnight. La actuación de The Psychedelic Furs fue, en definitiva, una celebración de su legado imperecedero y del poder atemporal de la mejor música. Con orgullo del pasado y sin miedo al futuro.
