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[Crónica] Harrison Ford Fiesta, Seward, Casa das Feras (Sofar Bcn, Barcelona, 16/12/15)

El proyecto Sofar Sounds nació en Londres en el año 2009, pero su llegada a Barcelona se ha producido hace menos de tres. Y aunque lo digamos a toro pasado: bienvenido sea. A día de hoy son ya cerca de 200 las ciudades de todo el mundo que albergan este tipo de eventos: un fenómeno global que simplemente se dedica a emplazar conciertos sorpresa de cierto nivel en espacios especialmente acogedores; a saber: salones de viviendas particulares cedidos para la ocasión. Todo montado por amor al arte, sin dineros ni transacciones monetarias de por medio. De hecho, el acceso se produce mediante invitación, siguiendo estrictamente el orden de registro de los solicitantes – dato: en esta ocasión la lista de espera resultante habría dado la vuelta a la espaciosa manzana del Eixample en la que se celebró el evento –, hasta completar un aforo de apenas 40-50 personas. Si buscan un evento exclusivo, aquí lo tienen. El ambiente, en realidad, no dista demasiado de lo que vendría siendo la fiesta casera de algún sujeto muy popular, con gente de muy buen humor, cercanía por doquier, y ese instinto sobrevolando que nos emplaza a hablar con otros seres humanos en ocasiones marcadas. Pero sobre todo, con música en directo.

casa das feras2

Lo más extraordinario de asunto es que el público acude a la cita sin tener ni idea – salvo filtraciones y rumores, la salsa del panorama musical de la condal – de quién va a tocar esa noche; pero con la certeza, debido a los ya abundantes precedentes, de que verá algo interesante. Combray, Second, Núria Graham, The Saurs, El Último Vecino y I Am Dive, entre otros muchos, y solo en los últimos meses, han pasado por el escenario íntimo e itinerante del Sofar Sounds. Los invitados en esta ocasión eran tres bandas de recorrido desigual, pero todas igualmente atractivas. En primer lugar actuaron Casa das Feras, una formación barcelonesa que ha debutado en formato álbum en septiembre de este mismo año, y que sorprendió al personal con una propuesta de sabor muy rústico, y coronada por la fascinante voz de Anna Biermann. En realidad se trata de un trío de cuerdas – contrabajo, banjo y guitarra – que coquetea con el country americano a la vez que bebe de ciertos ritmos gypsy muy bien amalgamados. Un sonido que, desgraciadamente en sentido negativo, llamó también la atención de algún vecino quejica.

A continuación era el turno de Harrison Ford Fiesta, uno de los últimos diamantes en bruto descubiertos y desvelados por el siempre atento sello Foehn Records. En octubre lanzaron su primer trabajo discográfico, y podemos afirmar con toda certeza que estamos ante una de las potenciales revelaciones de la presente temporada. Difícilmente catalogables, los tarraconenses mezclan chanson francesa – Romain Alberteau, cerebro de la operación, es de Tours – folk lo-fi, psicodelia cocinada a fuego lento, y un carácter experimental e independiente que les otorga un aspecto único y magnético a la par que familiar. El transcurso de sus melodías, en una velada cuyos protagonistas eran también sorpresa, resultaba tan imprevisible como la vida misma, con estructuras huidizas, siempre cambiantes, pero bien dispuestas a rebuscar en los bajos fondos de cada palo estilístico que tocaban. Uno de los varemos necesarios para evaluar la propuesta de una banda es el universo musical propio que muestran en directo; y el de esta gente les aseguro que no cabía el salón ni en la ciudad.

harrison ford fiesta

Por no hablar del de Seward, esa especie de ensamble casi abstracto que gira alrededor de la figura de Adriano Galante: artífices de un verdadero y placentero galimatías musical en el salón del Sofar. Resulta casi imposible describir y acotar en los limitados géneros estándar a esta banda, que ni siquiera se presenta en directo con una formación fija: el número de sus integrantes puede variar – el miércoles eran cuatro –, y su música, viva y resultado de una unión irrepetible, se mueve por tantos espacios que parece imposible capturarla y entenderla al instante. Por el contrario, su directo del miércoles se asemejó más a la contemplación de un cuadro tipo Pollock, en el que es secundario el entendimiento en favor del disfrute pasajero que es el simple hecho de observarlo. Puro arte, señores. No quisiera detenerme demasiado en el valor que podría tener en el mercado este tipo de eventos, pero con un cartel como el de lesta semana, sin ninguna duda, se podría hacer una caja más que tentadora. Pero es reconfortante saber que más allá del dinero, del apoyo de las instituciones, e incluso en ocasiones del propio vecindario, existen propuestas que le dan dignidad a esto de la cultura. No lo olviden el domingo.

Fotos de Max Segura, cortesía de Sofar Sounds.

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