[Crónica] Primavera Weekender (Benidorm, 17-18/11/23)
Era nuestra primera vez en el Primavera Weekender y no sabíamos si por la localización íbamos a asistir a algún torneo medieval o era apenas una malévola indirecta hacia el público que, en su mayor parte, asistía a los conciertos, en su mayor parte generación X y baby boomers. Con el ceño un poco fruncido, entramos con gran lujo en vestimentas acompañados del séquito para disfrutar de las fanfarrias.
Comienza el torneo cuando suenen las trompetas y los atabales
El primer día pudimos llegar a la presentación de Aiko el Grupo que venían a presentar su recién

editado Me están apuntando con un arma (Elefant), con títulos como Sexo Fender (Cenicero), Me huele el pelo a cenicero a golpe de guitarrazos, Peñacastillo o esa extraña historia de amor (o no) que es Romantinski y la gran balada del cierre Lovesong, perfecta en las armonías vocales del cuarteto. Teníamos una deuda pendiente con Bob Mould, a quien todavía no habíamos visto en directo. El pequeño auditorio estaba repleto de fans de Hüsker Dü– en su mayor parte todos peinaban canas o las disimulaban- que recibieron una equilibrada dosis de material de Flip Your Wig de 1985 (Makes No Sense at All) y del favorito Zen Arcade (Something I Learned Today) o incluso doble de Candy Apple Grey (Too Far Down, Hardly Getting Over It) y un espacio para el final Warehouse: Songs and Stories (No reservations) para regresar a sus comienzos con su segundo single In a Free Land. En medio canciones en solitario como de su álbum más reciente Blue Hearts (Siberian Butterfly, Forecast of rain) o el celebrado y más power pop Workbook (See a Little Light), sin olvidar el clásico indiscutible noventero If I Can’t Change Your Mind con su fugaz banda Sugar. Era una gira anunciada como “solo eléctrica” y eso es precisamente lo que había: sólo Mold y una Fender Stratocaster. Mould, acelerado durante todo el concierto para condensar una larga hilera de himnos punk y power pop, convirtió su actuación prácticamente en una especie de autobiografía a seis cuerdas.
No herir al caballo del rival

La noche no perdió en absoluto su emoción con el dúo indie experimental de Nueva York Water from your eyes, formado por Rachel Brown y Nate Amos, expertos en enhebrar sonidos únicos e inspirados, nunca fáciles, y que precisamente comenzaron con una propuesta complicada: Buy my product, canción que cierra su álbum reciente Everyone’s Crushed, debut en Matador que ya ha aparecido en algunas listas de lo mejor del año. Brown aparecía con su voz inexpresiva y gafas de sol que enmascaraba su rostro. Bajo cierto caos sobresalían las ráfagas de guitarra sobre la electrónica y sólo el indie pop más radiante surgió al final del concierto en la fantástica Adeleine de su tercer disco Somebody Else’s Song. Camino del siguiente duelo nos escapamos brevemente a la zona del karaoke donde interpretaban una versión del Wonderwall que nos hizo huir con una sonrisa de terror, y recibimos la risa cómplice de un chico que se parecía a Diego de Carolina Durante y que… resultó ser Diego de Carolina Durante.¿Se uniría también a la fiesta en el escenario?
No pelear varios caballeros contra uno solo

La noche del viernes fue sin duda para Dinosaur Jr. Quince años desde su renacimiento, desde su largo parón de diez años y parece que no ha pasado el tiempo por la banda, y que ese paréntesis nunca existió. Este año era importante porque se celebra el 30º aniversario del álbum Where You Been, que era la última grabación del baterista Murph con J Mascis hasta el álbum Beyond de 2007. El trío venía de una serie de conciertos en Londres con una larga serie de invitados, desde Bernard Butler a Kevin Shields– ahora continúan en EEUU- y era la primera de sus dos breves paradas por nuestro país. El concierto se abrió con la voz de Lou Barlow con The Lung del reivindicado You’re Living All Over Me de 1987- el disco del que más sonaron canciones en toda la noche- pero la banda reivindicó también su más reciente trabajo Sweep It Into Space (Garden, I Met the Stones), el citado Where You Been (Out there) o su fenomenal disco de «resurrección» Beyond de 2007 (Crumble, Been There All the Time) para terminar con cierres inexcusables de Freak Scene, Feel the Pain, un Just Like Heaven con abrupto final y un inesperado dueto final con una versión de Chunks, que estaba también en el álbum Fossils de 1991, con Damian Abrahams de Fucked up. Completamente circunspectos, Dinosaur Jr. fueron caballeros de pocas palabras y dejaron espacio de conversación a sus guitarras.
Descargar sólo los golpes al rostro y pecho del rival.

El segundo día comenzaba con la temprana actuación de Alan Sparhawk, que sigue subiéndose al escenario para homenajear a su compañera de arte y vida en Low. Al grupo, que incluye a su hijo Cyrus al bajo, le debió llamar la atención el entorno del festival por sus mensajes posteriores en las redes –«Primavera Weekender fue realmente genial. La banda solitaria en una justa medieval…». Con todo, el setlist estuvo compuesto en su mayor parte por canciones propias de Sparkhawk y de su banda DERECHO Rhythm Section, a caballo entre el slowcore emocional y ritmos funk. Les siguió en el escenario el grupo de Lérida Renaldo & Clara que presentaba La boca aigua, un disco que marca el contrapunto de letras dramáticas bajo ritmos contagiosos y coloristas, a veces cercanos al funk brasileño, otras al hip hop y a un suave reggaetón, como Globo o Trobo a Faltar, La palma, además de canciones imprescindibles del repertorio previo como La finestra o Per fer-te una idea. En el escenario Brugal las veteranas Bush Tetras presentaban They Live In My Head, primero en una década y que curiosamente es sólo el tercer álbum de la banda desde su formación en 1979. Con el apoyo de Steve Shelley de Sonic Youth, quien no sólo asumió el papel de productor sino que también aportó su experiencia en la batería tras la muerte de Dee Pop en 2021. Las nuevas (2020 Vision, So Strange) no desentonaron mal con las clásicas (You Can’t Be Funky, Too many creeps) y mantienen activa una carrera de más de 40 años que ha brindado un catálogo completo de punk rock intenso, grunge-psych, ritmos de rockabilly y funk.
Nunca excederse en aclamar a los otros, ni en hablar poco de uno mismo.

La actuación de Blonde Redhead fue una de las más celebradas de una edición de festival para algunos demasiado varonil– esta es la expresión suavizada, claro- con Kazu, Amedeo y Simone abriendo su concierto con Falling Man, de su álbum de 2004 Misery is a Butterfly. Makino y Pace se reunieron para su interpretación vocal de Snowman, que se hizo patente como una de las favoritas del público del último Sit Down For Dinner, aún mejor en directo en una versión un poco más larga. Especial mención para el batería, Simone, quien, de hecho, marcaba la pauta y el ritmo antes de que todos se sumasen. El resto del set alternó canciones nuevas y antiguas, centrándose en Dinner, su celebrado disco 23 de 2007 y el mencionado Butterfly. Con aplausos extasiados, el mayor fue el bis de cierre Kiss Her Kiss Her, que también se extendió mucho más allá de los límites grabados, para finalizar con su clásico 23.
No herir de punta al contrario con su mano

De una forma extraña en el concierto de Antònia Font se congregó menos gente de la que normalmente lo haría en otra hora o día cualquiera del año y, de hecho, pensamos que podría ser un buen anzuelo para atraer más público a la noche del festival. La banda balear se separó de manera indefinida después de su álbum Vosté és aquí de 2012, pero volvió para una actuación en 2021 en el festival barcelonés Primavera Sound y, después de aquel concierto, se confirmó el retorno. Tras algún problema de sonido de su vocalista, Pau Debon, en la actuación sonaron todas las que conocemos de ellos e incluso las nuevas de Un minut estroboscópica, desde Armando Rampas hasta Alpinistes-samurais, Alegria, Clint Eastwood, Batiscafo Katiuscas, Wa Yeah!, Calgary 88, Dins aquest iglú… demostrando que son, y lo serán siempre, uno de los grupos más singulares e importes de la escena nacional. Esta nueva gira por teatros y auditorios, que ya tiene confirmadas 18 fechas por diversos puntos de la geografía catalana, valenciana y balear. En el escenario Brugal la gente apostaba cuantas cervezas había tomado Joe Casey antes de salir al escenario con su banda Protomartyr. En cualquier caso, su estado etílico no afectó en ningún caso a la excelente actuación de la banda, una de las sorpresas de la noche. Con su postpunk tenso y callejero, siempre con un escalofrío de tensión y amenaza patente bajo su interpretación de barítono, el protagonismo verdadero es- aun escondido en una de los lados del escenario- para la excepcional guitarra de Greg Ahee, impulsado por los ritmos del baterista Alex Leonard y el bajo de Scott Davidson, una banda tan capaz de crear atmósferas hostiles (The Author, Pontiac 87) como ritmos frenéticos para improvisadas pistas de baile (For Tomorrow, My Children).
El vencido y las armas quedan a disposición del vencedor

El cabeza de cartel del sábado eran The Jesus & Mary Chains, cuando todavía no habían anunciado un nuevo álbum y gira para 2024. A pesar de su veteranía, la banda también ha tenido una vida intermitente. Formada por los hermanos Jim y William Reid, obtuvieron notoriedad instantánea tanto en Europa como en los Estados Unidos después del lanzamiento de su álbum debut Psychocandy en 1985. Más tarde lanzarían cinco proyectos más, incluido Munki de 1998, antes de tener una ruptura muy pública en medio de una gira abortada en 1999. Superando la tumultuosa relación entre los hermanos, la banda se reuniría más tarde en 2007. La formación lideró una actuación ajustada y concentrada, la voz de Jim Reid finamente envejecida pero aún en sintonía con las grabaciones de los 80s, un setlist que mantienen inamovible en prácticamente todas sus actuaciones, combinación equilibrada de viejas y nuevas canciones. El mejor momento de la noche fue, sin duda, el dueto con Kazu Makino de Blonde Redhead en los bises con Sometimes Always y Just like honey- tal como hicieron otras noches anteriormente con Emma Anderson (Lush) o Isobel Campbell.