[Crónica] José González (Auditori, Barcelona, 20-02-2015)
José González ahora es mucho más que José González.
A José González se le esperaba desde hace tiempo. Un concierto en siete años, aquel que dio el verano pasado en el Bona Nit, no bastaba; y en realidad no hizo sino aumentar las sedientas ganas de escuchar en directo sus canciones secas de estudio: dos discos ya casi pretéritos que han erigido un culto. Ni Junip ni leches: aquí lo que se pedía era una buena ración de hits; de aquellos que marcaron el camino al éxito de este sueco de ascendencia argentina, hace más de una década. Casi lo habíamos olvidado: cómo sonaba descubrir un pedazo más de su mundo interior a través de un nuevo tema. Y entonces llegó Vestiges & Claws (Mute, 2015). Un álbum que está estrenando en una gira que ha arrancado esta semana en nuestro país, y que nos está descubriendo a un artista algo distinto del que ya conocíamos, alejado, aunque solo sea a cabotaje, de su propio dogma y soledad. Anoche en Barcelona, en un Auditori a reventar, pletórico y respetuoso, González cumplió los sueños de muchos dando un recital generoso, mágico, y rico de esos pequeños detalles que tan bien se adhieren a la memoria.
Y digo canciones secas de estudio por lo que oímos ayer; porque el de Göteborg parece haber encontrado una fórmula más que interesante con la que hacer crecer su música en vivo. Rodeado de una banda de cuatro, fundamentalmente concebida para arreglos y para subrayar los ritmos con percusión tropical casi aborigen, dio una versión tridimensional de sí mismo, haciendo además que sus canciones, en directo, evocaran el esplendor de la lluvia sobre la tierra seca; creciendo en cada nota compartida. Slow Moves y Let It Carry You, al poco de comenzar, sonaron un poco como los cánticos más antiguos y universales del hombre indígena: dedicados a la fertilidad de la tierra y a esas primeras deidades femeninas. Sobre esa misma base de palitos – que no baquetas – y bongos González estableció la batuta, conectando más que nunca con ciertas raíces y tradiciones culturales nativas latinoamericanas. En ese sentido, y a veces por el tono crudo de sus cuerdas, su lenguaje musical se asemeja un poco al de Tinariwen: músicos literalmente terrenales.
Tras una primera media hora en la que también tocó Killing for Love e In Our Nature, alternando sus ya tres discos, el sueco se quedó solo en el escenario para servir los platos fuertes de la noche. Fue creando Crosses desde la afinación: manufactura gruesa la de González. Pura artesanía, barro moldeado con sus dedos largos, y un arpegio inacabado que nos hipnotizó a todos. Después introdujo algunos nuevos detalles en las volutas que conforman Hints, creando un maquillaje distinto, más profundo y pausado si cabe, y añadiéndole también la virtud de la madurez; para luego rematar magistralmente su soliloquio con la infalible Heartbeats: esa versión conquistada a sus compatriotas The Knife, que nos dejó por unos instantes sin respiración. Con la banda de nuevo en el escenario, volvió la estética voluminosa. Siguieron las versiones: This Is How We Walk On The Moon de Arthur Russell – publicada el año pasado en un álbum homenaje – y su ya mítica Teadrop, que de hecho logró acercar más que nunca a Massive Attack por el enriquecimiento instrumental; y aprovechando la cobertura instrumental tocó Always, de sus Junip.
Constipado como muchos de los asistentes, González hizo excelente aplomo de toda su voz, repasó su nuevo disco y su antiguo material desde una perspectiva diferente, y en general planteó una puesta en escena sobria y mística a la vez. Un concierto completo, vaya. Se estiró casi hasta las dos horas, cerrando con sus dos singles Every Age y Leaf Off/The Cave, y con dos secciones de bises donde sonaron, entre otras, Down The Line, Walking Litghly, también de Junip, y Cycling Trivialities. Era la primera cita programada en el ciclo Viking Music de L’Auditori de Barcelona, que de aquí al próximo mes de junio traerá a la ciudad condal a artistas nórdicos de la talla y la diversidad de Jay-Jay Johnson, la islandesa Emiliana Torrini, o el propio González. Un artista, dueño de su propio ritmo, que ha logrado de alguna manera unir el frío de su propuesta frontal, con unas raíces cálidas que se adentran en lo más profundo de la naturaleza; la divina, la humana, y la más terrenal aun.
Escucha aquí el setlist del concierto.
Fotos de Víctor Parreño.