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[Crónica] James Rhodes (Teatro Cervantes, Málaga, 07/08/2017)

Es innegable que la sobresaliente aceptación que tienen los conciertos de James Rhodes por todo el mundo es debida, en parte, a la publicación de su libro Instrumental. Memorias de música, medicina y locura, editado en nuestro país por Blackie Books a finales de 2015. Pero también es incuestionable su virtuosismo como pianista y hasta orador: lo demostró hace unos meses en la pasada edición de La Noche de los Libros y de nuevo ayer durante su actuación en el Cervantes. El británico se levanta entre pieza y pieza, camina hasta el borde del escenario y se dirige al público para introducir lo que vamos a escuchar a continuación. Son prólogos aderezados con buenas dosis de anécdotas y humor; pequeños y deliciosos aperitivos que consiguen hacer crecer en el espectador cierta avidez por degustar el siguiente plato del menú.

La infancia de Rhodes estuvo marcada por los abusos sexuales a los que le sometió su profesor de boxeo. La música, y parece ser que no es una frase hecha, le salvó la vida. Todo comenzó con el Adagio de Bach y la obra de Sergei Rachmaninov, nombre que lleva tatuado en caracteres cirílicos en uno de sus brazos. Lo cuenta en Instrumental, donde también insiste con lucidez en la necesidad de una urgente renovación de los recitales de música clásica y todo lo que les rodea. Reside en Madrid desde hace unas semanas, donde parece haber aterrizado ahuyentado por Londres y el Brexit. Aquí ha descubierto a Goya, sigue con fruición la carrera del músico Javier Perianes y disfruta, como casi toda persona cabal, del salmorejo.

Frente a un teatro prácticamente lleno, Rhodes inició su sesión con Orfeo et Eurydice: Mélodie for Piano Solo, de Christoph Willibald Gluck, antes de pasar a la programación más o menos fija que viene ofreciendo en las últimas semanas: Partita núm. 1 en si bemol mayor, BVW825 y Chacona en re menor, de Bach, y Balada núm. 4 en fa menor, Op.52, de Chopin, otro de sus múltiples referentes. En todas ellas sus manos surcaron con belleza y precisión las teclas de un piano Steinway valorado en casi doscientos mil euros, según confesó. Los copiosos aplausos le hicieron volver en repetidas ocasiones al escenario para mostrar su agradecimiento y alargar la noche con arias de Puccini y armonías salpicadas de músicas populares. Luego desapareció de forma definitiva y se instaló en uno de los vestíbulos para firmar libros e intercambiar algunas palabras con los cientos de seguidores que, ejemplar en mano, hacían cola. Terminó de esta manera el paso por Málaga de una de las estrellas del rock, henchida de talento y sensibilidad, más singulares de los últimos años.

El concierto del pianista cierra el Festival Terral, por el que han pasado entre julio y agosto grupos y artistas como Salif Keita, Rachid Taha, Dulce Pontes o Franco Battiato, entre otros. La gira de Rhodes se extiende al Festival de Peralada (día 11) y a Cartagena (día 13), para, ya en otoño, dar el salto a México, Alemania, Reino Unido y Portugal.

  Foto del concierto: Álvaro Cabrera / Teatro Cervantes. Foto de la firma de libros: Francisco J. Fernández.

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