[Crónica] Future Islands (Razzmatazz, Barcelona, 20-10-2014)
Expresionismo synthpop de cante jondo.
Hacer la crónica de un concierto de Future Islands es hablar casi monográficamente de la figura de Samuel T. Herring, y de su enorme carisma. El hombre no ocupa el mismo palmo de suelo por más de medio segundo ni aunque lo aten, y cualquiera que lo viera moverse por el escenario diría de él que es un completo hiperactivo. Pero ahí reside su encanto. Anoche en la sala Razzmatazz de Barcelona, haciendo gala de una teatralidad desgarradora y radicalmente humana, el vocalista y frontman del cuarteto de Baltimore se ganó al público por su órdago a la entrega, por defender maravillosamente bien en directo el estilazo que se intuía en su último trabajo, y por transmitirnos a todos, a base de fogonazos de pecho, su inmensa energía vital y artística. La frase sudar la camiseta con Herring pasa a otro nivel.
Los norteamericanos empezaban ayer una minigira de cuatro fechas por nuestro país, y lo hicieron como se preveía: muy a lo grande. De aquí al próximo mes de enero completarán un larguísimo tour mundial con el que darán prácticamente la vuelta al mundo, y que empezaron poco después de lanzar en marzo el pelotazo de su tercer álbum, Singles (4AD, 2014). Elevado por público y crítica hasta la candidatura para el álbum del año, resulta un ejercicio desacomplejado de synthpop que en directo llega a adquirir cotas verdaderamente épicas. La disciplinada y tapizada instrumentación parece hincharse como un pez globo, y Herring, en su multiorgásmica hiperactividad, parece que va a explotar cantando, bailando a espasmos, saltando como un poseso, dando patadas y llevándose el puño al pecho a cada rato. Todo lo que tiene de temperamento y carisma, lo tiene también de talento en el apartado vocal.
La actitud del frontman, además, chocó fuertemente con la del resto de su banda: un batería, un bajista/guitarrista y un teclista que parecían haber transferido sus almas y energías a Herring, para que éste las expresara todas a la vez de cara al público. Su conexión con la gente, en ese sentido, fue tremenda. Se diría que pasan infinidad de estados de ánimo por su particular forma de cantar y de estar, elástica en ambos casos, y que todos son sinceros de verdad. Pasional y siempre a latigazos, Herring practica una suerte de expresionismo musical y corporal de synthpop de cante jondo. Porque a diferencia de otros compañeros del género, que buscan la inspiración en lo etéreo y en las brumas doradas del glamour, él parece abrazar y querer comerse la tierra que pisa, dando rienda suelta a sus reacciones más bestiales y rabiosas. Usa tonos de crooner, de cantante popero provocador, y hasta de death metal: es casi inabarcable hasta dónde pueden estirarse él y su voz.
En lo estrictamente musical, prepararon un concierto inteligente y voraz: además de por la entrega y el carisma de Herring, los Future Islands se ganaron al público por sus canciones más famosas, interpretando el Singles casi íntegro durante los primeros 50 o 60 minutos. Para la última media hora dejaron temas más antiguos y desconocidos, pero que el público interiorizó a la perfección debido al estado de alocado entusiasmo reinante a esas alturas de la noche en Razzmatazz. A Dream of You and Me, Doves, la sentida A Song For Our Grandfathers, y los hitazos Seasons (Waiting On You) y Spirit, sonaron de maravilla y caldearon de sobra el ambiente. Porque más allá del impepinable éxito de su última entrega discográfica, lo que Samuel T. Herring y sus Future Islands demostraron anoche es que son una banda de método. Un método hecho para que la gente se lo pase bien, se desinhiba, y para que no quede ningún sentimiento o sensación por expresar. Toda la carne en el asador.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Son de Carolina del Norte. No de baltimore.