Crónica: Fuck Buttons (Caixafórum, Barcelona, 23-05-2014)
Anoche volvía DNIT, el ciclo de conciertos de electrónica avanzaba que organiza cada último viernes de mes Caixafórum en Barcelona, y lo hizo presentándonos al dúo británico Fuck Buttons en un atronador set de aproximadamente una hora de duración. La suya es una propuesta musical extremadamente contundente: mezcla de electrónica tipo drone con los conceptos y los segmentos estructurales más bulliciosos del post-rock y el noise. Uno de esos sonidos que, más allá del lenguaje electrónico, o del que sea que lo componga, establecen una clara división entre los que se quedan fuera, mostrándose entonces como enemigo frontal de sus tímpanos, martillos y yunques, y los que se adentran en él hasta lo más profundo, pudiendo servir a éstos incluso de puerta de entrada al trance. No hay resquicio para la indiferencia cuando se trata de los británicos.
Por el sold out registrado, y por el excelente ambiente que se respiró antes, durante y después de la actuación, se diría que hubo un buen número de personas que pretendía penetrar, o que al menos estaba dispuesta a dejarse arrastrar hacia el interior de Fuck Buttons, pero lo cierto es que no todos estábamos en disposición de poder hacerlo. Fundamentalmente porque para lograrlo primero hay que superar, y llegar a ignorar, una buena dosis de verdadero dolor físico, hay que dilatar y ensanchar el umbral sensorial, y entonces, y solo entonces, se puede intentar bailar sobre su música como lo hacen los faquires sobre brasas, cristales rotos o sobre sus erizadas camas de pinchos. La recompensa, dicen, es gratificante y purificadora. Es por eso que el público se fue animando hacia el ecuador del concierto: a medida que sus cuerpos se fueron adaptando a las exigencias del guión.
El amasijo de agudos, asperezas y fragorosos ritmos que forman sus pasajes adquieren connotaciones de auténtico horror vacui prácticamente en todo momento. Es como el sonido de fondo de una laboriosa fábrica de componentes para la industria pesada, donde, de alguna manera, llegan a fundirse del todo las aptitudes, los sonidos y hasta los movimientos humanos con los mecánicos. Benjamin John Power y Andrew Hung, lejos de resultar antagónicos o representantes de una y otra vertiente de Fuck Buttons respectivamente, parecen formar parte en la misma medida del híbrido medio máquina medio ser vivo que es su música. Algo así como el engendro en el que acaba convertida la chica en Superman 3 al ser absorbida por el ordenador aquel; pero en el buen sentido y con estilo. Los dos, cada uno a un lado de la enorme mesa de donde sale toda su electrónica, viven el concierto desde la más absoluta y completa concentración y seriedad. Lo más probable es que a ellos ya no les duela tan asombrosa y exigente transmutación.
Por lo demás, abrieron el concierto con el tema que da inicio a su último trabajo, Slow Focus (ATP Recordings, 2013). Brainfreeze se sirvió en seco, duro y contundente como es él, y generó en un solo instante esa atmósfera espesa y opresiva que luego reinaría durante toda la hora. Siguieron con Colour Move, su versión más tribal, con un Power que aporreó un tom durante un minuto o dos como si estuviera poseído, y con Olympians, antes de volver a su obra más reciente. Sentients y, sobre todo, The Red Wing, con un ligero añadido con olor a dub, sonaron especialmente bien, y fue ahí donde el público empezó a disfrutar de verdad. El punto culminante lo marcó Hidden Xs, un vuelo con motor y turbulencias inofensivas que terminó por cicatrizar aquellas primeras durezas del inicio de la transformación. Porque, y esto lo hemos comprobado, con Fuck Buttons se hace realidad ese viejo refrán que dice que lo que no te mata, definitivamente te hace más fuerte.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Escucha el setlist del concierto en Spotify, o míralo aquí.