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[Crónica] Benjamin Clementine (Lisboa, 22/09/23)

El músico ganador del Premio Mercury, Benjamin Clementine, continúa traspasando los límites de la música con su nuevo álbum. El cantante, poeta y compositor inglés- ahora también actor, le pudimos ver como Heraldo del Cambio en Dune– sabe cómo hacer accesible la música compleja y no convencional a través de su interpretación y su deslumbrante entrega vocal, que se transmite con la misma e incluso mayor vehemencia en el escenario. Conforme Clementine va publicando nuevos trabajos, la instrumentación mínima de sus comienzos se va ensanchando y todo esa diversidad  también queda reflejada en su puesta en escena.

El cantante residía en las montañas de Santa Mónica, California, durante la pandemia cuando empezó a pensar en escribir un nuevo álbum. Finalmente el disco se convirtió en el primero de una trilogía planificada, siendo éste el disco más “ligero” de los tres. El público lisboeta del Campo Pequeno permanecía taciturno y expectante mientras Benjamin Clementine subía en solitario con cuidado al escenario para sentarse en un taburete frente a un piano de cola, como si se tratara de un recital de música clásica en solitario. Todo esto formaba parte de una escenificación bien elaborada, ya que, poco después se le unirían, progresivamente, un guitarrista, batería y un cuarteto de cuerda. Los primeros acordes fueron los de Atonement, tema de su disco And I Have Been lanzado el año pasado, una de las mejores piezas del álbum y en la que Clementine exhibió su fuerza vocal retumbante y sus poderosos gritos de vibrato. Aunque su estilo está claramente influenciado por el pop, Clementine creció escuchando a gente como Puccini, Debussy y Pavarotti e intérpretes de chanson como Édith Piaf, Henri Salvador y Léo Ferré antes de prestar atención a la «música pop», por lo que existe cierta teatralidad en su directo que le hace más reconocido en Portugal o Francia, incluso también en España, que en su propio país.

Pese a ser presuntamente el más accesible de su próxima trilogía, And I Have Been versa sobre el amor, el matrimonio, la paternidad y la depresión vividas en un período complicado para la vida de Clementine y, en general, para todo el planeta. Y precisamente, pese a la gravedad de su temática o probablemente para atenuar toda esa solemnidad y dramatismo, Clementine, vestido completamente de blanco, no dejó de bromear con el público durante toda la actuación, aunque siempre en inglés, dado su desconocimiento del idioma local. El músico británico presentó también otras canciones del álbum como Residue, Delighted y Copening, las que tuvieron mayor apoyo del cuarteto de cuerda. Con Auxiliary enseñó e incitó al público a cantar el estribillo – por momentos simulando un maestro testarudo- de una de las canciones más accesibles de su álbum, pero fueron las más antiguas las mejor recibidas, como Cornestore, solo al piano, Winston Churchill’s Boy y, sobre todo, Condolence, con una gran ovación al final, para finalizar con la épica Nemesis.  Todo ello con imágenes pregrabadas que lo mostraban contemplativo, con bailarines en un monasterio, o simplemente observando. Finalmente, en los bises y, tras London, regresó a su nuevo álbum con el single Genesis, solo con su guitarrista, canción con la que volvió a interactuar con el público para que repitiera el estribillo «We are trapped in free» hasta la extenuación, durante, literalmente diez minutos. El artista terminó el concierto, al que no se le puede criticar la puesta en escena, como empezó: solo en el escenario al piano, interpretando I Won’t Complain.

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