[Crónica] BBK Music Legends (Sondika, Bilbao, 29-30/06/18)
Nos amenazaban los agoreros una tormenta climatológica cercana al cataclismo y de ese tipo hubo poco, por suerte. Las únicas descargas eléctricas vinieron de las guitarras de gran parte las figuras que actuaron el pasado fin de semana en Sondika, dentro de la III edición del BBK Music Legends, en las instalaciones de La Ola. Los paraguas eran cuidadosamente amontonados por los vigilantes a la entrada del festival y apenas hizo falta echar mano de los chubasqueros «de a euro» que ofrecía la organización del festival. Con un ambiente más sofocante de lo normal desde un principio- 30º- y las barras de bebidas completamente abarrotadas, el escenario se inauguró con la presencia nacional de Siniestro Total y sus consabidos éxitos, sobre todo acumulados en la segunda parte, como Diga que le debo, Bailaré sobre tu tumba, Ayatola o Cuánta puta y yo qué viejo.
Lejos de tirar directamente de nostalgia, en la actuación de Mavis Staples nos encontramos a una artista de 79 años presentando orgullosa su último trabajo de estudio. Comenzó con Take us back, la canción de Benjamin Booker que abría su álbum Livin’ on a High Note (2016), para continuar con dos piezas extraídas del más reciente, If All I Was Was Black, publicado el pasado año y el tercero que ha contado con la colaboración en la composición de Jeff Tweedy: Build a bridge y Who Told You That. Tras ello, ahora sí, comenzó un viaje al pasado con clásicos reconocibles al instante como Respect yourself de los Staples Singers, para, posteriormente, contar y cantar la historia que rodea March of Freedom Highway y que su padre Pop Staples – «un soldado de Dios»– escribió para Martin Luther King. Regreso momentáneo a Livin’ on a High Note (2016) con su Love and trust -con su demoledor estribillo Do what you can, do what you must, everybody’s trying to find the love and trust–seguida de una emocionante interpretación de You are not alone, su triunfal regreso en esta década de la mano de Jeff Tweedy. Especialmente aplaudida su revisión de For What It’s Worth de Buffalo Springfield – que ya hizo con The Staples Singers el mismo año de su publicación- y su enorme éxito I’ll Take You There, su número 1 en EEUU.
Wilko Johnson también llegó con cierta arrogancia con su nuevo su álbum bajo el brazo, que apenas tiene unas semanas, Blow your mind, el primero con canciones nuevas en nada menos que 30 años, canciones que allí sonaron como Take it easy y That’s The Way I Love You. No olvidó las incluídas en su reciente trabajo con Roger Daltrey, Keep On Loving You, y, por supuesto, los clásicos con Dr. Feelgood, como Back in the night. Acompañado de dos grandes, como el reputado (y muy aplaudido) bajista Norman Watt-Roy, que le acompaña en directo desde los 80´s así como Dylan Howe a la batería, Johnson, resucitado, inagotable, hacía todo tipo de muecas con los ojos en su imparable ir y venir del escenario con su característica caminata de pato, amenazando al personal con su habitual telecaster.
Steve Winwood, sin embargo, no empezó con buen pie. Abría su actuación, como suele hacer habitualmente, con I´m a man, pero las dificultades de sonido – no se escuchaba la voz del micro de su órgano Hammond B-3-hizo que, transcurrida la canción, y ante el abucheo del público, se planteó hasta si debía continuar. Cambió a guitarra- al pianista que le sustituyó seguía sin escuchársele- para Can’t Find My Way Home y parecía que los problemas de sonido se vieron finalmente resueltos poco a poco. A partir de ahí la conexión con el público fue in crescendo, con su éxito más ochentero, Higher Love y el final espectacular de dos clásicos como Dear Mr. Fantasy de Traffic y Gimme Some Lovin de Spencer Davis Group. Fue un resumen de su reciente disco en directo, un álbum que documenta los esfuerzos continuos del músicos para repensar sus canciones, para mantenerlas frescas, y las versiones reproducidas aquella noche- salvo los consabidos fallos- siguieron bastante de cerca a las grabadas en el álbum.
El día siguiente, sábado, se vio ensombrecido, no sólo por la amenaza latente de tormenta sino por la suspensión del concierto de Dead Bronco por lesión de su líder, Matt Horan. John Cale comenzó ,por otro lado, su actuación con Helen of Troy, y alternó durante toda su actuación guitarra y teclado – frío y distante- para un concierto, en general, que pareció bastante poco atractivo, de ocho piezas como Gun, Pablo Picasso, Fear Is A Man’s Best Friend y.-lo más aplaudido por el público- una frenética versión de I´m Waiting For The Man de la Velvet.
Esta actitud distaba bastante de la empatía total de Glenn Hughes desde que apareció por el escenario y que venía pertrechado de un buen número de frases. «Sé que no habéis venido a verme…» – y cuando pensábamos que iba a decir «venís a ver a Jeff Beck» , siguió- «soy yo el que ha venido a veros». Glenn se lució en los (impresionantes) falsetes y fue muy celebrada, sobre todo, la interpretación del blues Mistreated, la excelente canción del octavo disco de Deep Purple, Burn (1974), que curiosamente era la única de aquel álbum que no cantaba él, sino Coverdale. La ovación sonó, evidentemente, con los primeros riffs de Smoke on the water, tras la cual su voz se volvió a lucir con versión de Georgia on my mind. Contra todo pronóstico, con los cierres de Highway Star y Burn, el concierto de Hughes se convirtió en uno de los más festejados por la audiencia.
Llegó Jeff Beck, que ya advirtió a los presentes y a acreditados- tuvimos que firmarlo por escrito- que evitaran utilizar cualquier tipo de cámara fotográfica o móvil durante la actuación. Ello no mermó el entusiasmo del público, en general una generación que ha aprendido a ver conciertos sin tener que dejar huellas para la posteridad. Basta la memoria. Y eso que teníamos delante a uno de los mejores guitarristas (vivos) de todos los tiempos, acompañado de la chelista Vanessa Freebairn-Smith, Vinnie Colaiuta a la batería y Rhonda Smith al bajo, esta última habitual en las giras de Prince. Fue acertada la combinación- un setlist prácticamente inamovible en su gira- de instrumentales y temas cantados, con la ayuda del vocalista Jimmy Hall. Especialmente memorable, entre las primeras, su interpretación de Cause We’ve Ended As Lovers, un regalazo de Stevie Wonder para su segundo en solitario, Blow by Blow (1975). Entre las segundas- y ésta es una debilidad personal- el clásico A Change Is Gonna Come de Sam Cooke, probablemente una de las mejores canciones de todos los tiempos, y Little Wing del maestro Jimi Hendrix. Finalmente llegó de nuevo otra de Stevie, esta vez propia, Superstition y A Day In The Life de los Beatles. Tras el final previsto, la ovación del público consiguió que la banda regresara al escenario e hiciera – algo poco habitual- un bis de Going down, tema de Moloch y que hicieron popular The Alabama State Troupers.