[Crónica] BBK Bilbao Music Legends Fest (Bilbao, 23-24/06/23)
La sexta edición del festival BBK Legends, patrocinada por BBK y el Ayuntamiento de Bilbao, se celebró los pasados días 23 y 24 de junio de 2023 en el Bilbao Arena, tras cambiar el pasado año el Centro originalmente situado en La Ola en Sondika. Dos días en los que, mientras que prácticamente el resto de la península sufría una insoportable ola de calor, en comparación, las altas temperaturas en Bilbao- que podían pasar los 30 grados- aún permitían difrutar de la jornada sin demasiados contratiempos, salvo ciertos momentos, cuando se concentraba el calor en el interior del recinto, que solo una buena cerveza o calimocho podían aliviar.
El festival se abrió el viernes con el grupo Willis Drummond, una de las bandas más activas y aclamadas del País Vasco, más cercana de la escena de Seattle de los 90 y el rock’n’roll punk australiano de los 80s que de la familia de Negu Gorriak, Kuraia o Berri Txarrak. El grupo no han parado de girar y producir ellos mismos su música, primero con el colectivo bIDEhUTS y luego con su propio sello Tabula Rasa Records. Posteriormente, Nikki Hill de Carolina del Norte, que ha sido bendecida con el tipo de voz soul clásica que podría ubicarla cómodamente en cualquier punto de la historia de la música moderna, con ese tono áspero de Tina Turner, su referencia más directa, impregnada de punk, rock and roll descarnado y soul vintage- le ha valido el apelativo de «bola de fuego sureña». Hill presentaba su tercer álbum Feline Roots– con todo lanzado en 2018- a través de su propio sello, Deep Fryed Records, con canciones como Poisoning the Well, Holler Out Loud pero también dejó espacio a otras como Struttin o Heavy hearts del álbum Heavey hearts. Tras ella el punk irreverente de The Daltonics, grupo de rock garajero formado en el año 2015 en Bilbao que dio rienda suelta de su rock sin contemplaciones con canciones como Kebab, Antes no corriais o Viudas de Epalza, mientras que en el escenario grande de interior el veterano Uli Jon Roth -guitarrista líder de la banda de hard rock y heavy metal Scorpions, entre 1973 a 1978, y después líder de su propia banda Electric Sun desde 1978 a 1985- desplegaba en formato de quinteto el armamento de algunos de los éxitos más memorables como All Night Long o Sun in My Hand. Al combinar elementos clásicos con matices de hard rock, Roth creó sin querer un estilo neoclásico que sería imitado hasta la saciedad solo una década después, «un creador de tendencias», una etiqueta que él mismo rechaza modestamente.
Tras dejar a la Vargas Blues Band y sus éxitos como Black Cat Boogie o Take me to the River nos adentramos a ver la icónica figura de The Cult, que abrió su actuación con cierto retraso. La voz legendaria de Astbury atravesó la atronadora pared de sonido de la banda durante la totalidad de la actuación de 90 minutos. Los músicos aparecieron primero como figuras oscuras y sombrías pero no tardaron de iluminarse a cada medida que el show iba avanzando. El mítico guitarrista, Billy Duffy, el otro miembro permanente de la formación británica, ofreció un buffet de sustanciosos riffs de guitarra en el transcurso de la noche, desde She Sells Sanctuary, del álbum Love de 1985, hasta los acordes de de Wild Flower, de Electric de 1987. Con todo, la banda venía a presentar su último disco, Under the midnight sun, publicado el pasado año, del cual también sonaron potentes ejemplos como Vendeta X o Mirror.
La segunda parte de la jornada, la del sábado, no comenzó con buenas noticias: la cancelación de Canned Heat por la ausencia de dos de los miembros. De su formación original, solo permanece en activo y liderando la banda su batería, Adolfo «Fito» de la Parra, tras la muerte en 2019 de otro de sus históricos integrantes, el bajista Larry Taylor, y de la Parra era uno de los dos miembros que no estaban en Bilbao. La ausencia de la legendaria banda se vio, al menos compensada por la gran actuación de los dos cabezas de cartel. En primer lugar, The Waterboys, que han pasado por varias fases musicales a lo largo de los años, pero siempre ha sido creación de Mike Scott. Los Waterboys han combinado de manera consistente la fuerza, la inspiración y la improvisación para alcanzar alturas de interpretación a la que pocos otros artistas pueden, y la fama de sus directos es conocida desde su debut, que cumple justo estos días nada menos que 40 años. Las partes del teclado del veterano músico de Memphis “Brother” Paul Brown- haciendo solos en todo, desde un órgano Hammond hasta un keytar- sustentaron muchas de las canciones, supliendo en muchas ocasiones la necesaria presencia del habitual violinista de la banda durante años, Steve Wickham. La sorpresa vino, sobre todo, con la apertura, una inesperada versión de Let’s Work Together de Canned Heat- la primera vez que la interpretan en vivo- como homenaje y consuelo ante la ausencia de la legendaria banda de blues-rock californiana. Con Glastonbury Song, A Girl Called Johnny, This Is The Sea, Scott iba cambiando guitarra por teclados en función del ritmo de las canciones, incluída Whole of the Moon, que no tardó demasiado en sonar. Con la intro imprevista de Because the Night, por ejemplo, devolvió el concierto a su estado más rockero en el clásico The Pan Within. La formación consiguió, una vez más, trasladar la épica de sus discos de estudio a un escenario- material de calidad no le falta- y si cada versión de The Waterboys -más de 70 músicos han tocado como miembros oficiales de la banda- goza de una reputación como banda en vivo, esta es una más de ellas.
Silverstone, el álbum debut de Chris Isaak de 1985 lleva el nombre de su banda en vivo, que ya existía antes del contrato discográfico con el núcleo de la banda actual: el bajista Rowland Salley y el baterista / vocalista principal de armonía Kenney Dale Johnson. Isaak, conocido por su aprecio en gran medida a los héroes en Sun Records, les hizo honor interpretando algunas de sus canciones más populares, incluídas Pretty Woman y Only the Lonely de Roy Orbison un set semiacústico extendido con todos al frente del escenario, incluido Johnson, marcando el tiempo con solo un tom y escobillas. Antes, al igual que había ocurrido en sus anteriores actuaciones, justo fue en la tercera canción, Waiting, cuando recorrió el Bilbao Arena de punta a punta para estar cerca del público. Su rango vocal sigue siendo asombroso, como demostró en Wicked Game o sobre todo en, Dancin, en cuyo final sostiene una nota durante unos 30 segundos. En los bises Isaak animó con el popular Baby Did a Bad, Bad Thing, que se fusionó con Bye, Bye Baby y cerró la velada con Can’t Do a Thing (To Stop Me), no sin dar la última sorpresa con la canción de Flaco Jiménez que hizo con el baterista Kenney Dale Johnson, La Tumba será el Final. Junto con las bromas habituales de Isaak, junto a Silvertone -no hay que olvidar que Isaak tuvo en su momento un The Chris Isaak Show, una sitcom protagonizada junto a la mayoría de sus compañeros de banda – mostró también alguna coreografía, inclinación por el mundo del espectáculo de la vieja escuela que añadió un plus de calidad a una actuación impecable.
Nikki Lane es la autoproclamada Reina de Outlaw Country. La gira actual de Lane sigue al lanzamiento de su álbum del pasado año Denim & Diamonds. Con un sonido inspirado en los sonidos de la vieja escuela honky-tonk y citado outlaw country con un toque de rock ‘n roll, con su voz, intensidad y actitud que ofrece una versión moderna de la música country, Lane captó la atención de la multitud y logró convertir el Bilbao Arena en un auténtico garito. Sonaron canciones como, entre otras, Man Up o All or Nothin’ de su segundo álbum, All or Nothin’ o Pass It Down del citado Denim & Diamonds o versiones como Why You Been Gone So Long de Jessi Colter o I Just Wanted To See so Bad de Lucinda Williams. Bilbao volvió a convertirse- una vez más- en una ciudad cuyos festivales logran mantener el equilibrio entre el respeto y veneración por los veteranos y la apuesta por los nuevos artistas: Las leyendas de hoy y las del mañana.