Coldplay (Madrid, 22-11-2006)
Vendido todo el papel desde prácticamente el día en que se pusieron a la venta las entradas, éste era uno de los acontecimientos del invierno 2005, tal vez el contrapunto perfecto al concierto del verano de este mismo año, la macro-gira de U2.
Como aperitivo se escogió a la banda de Allison Goldfrapp, suponemos que por no dar aún más alicientes al evento, porque la nueva diva del pop-sexual ya nos había visitado en su propio tour apenas veinte días antes. Para colmo, cuando apenas habían desgranado cinco temas de su repertorio se produjo un apagón. Tuvo que ser cuando acometían su mejor tema de largo, Train: se bajaron del escenario y no volvieron a aparecer. Lamentable. Por lo menos así dejó de machacarnos con los cortes de un tercer disco del que diremos, siendo condescendientes, que no está a la altura del anterior.
Una media hora después, arreglados los problemas técnicos y cruzando los dedos para que no se repitieran en el auténtico show, salían Chris Martín y compañía. Centraron el concierto en A rush of blood to the head (Capitol, 2002) con el que nos dimos un atracón de épica rock. Es posible que el mejor álbum de la banda sea Parachutes (Parlophone, 2000) pero desde luego Politik, In my place, The scientist y demás hits de su segundo lp se musculan con las drogas blandas que le suministra el marido de la señora Paltrow, a saber: un piano que alargo por aquí, un estribillo que repito cuando mis compañeros ya han dejado de tocar, otro que canto a medias con el público, manos al cielo, chapurreo de castellano y demás chucherías con las que entretener a las quinceañeras, cámaras de foto en ristre, de las primeras filas.
También tocarían Clocks, Green eyes y God put a smile upon your face, la que por cierto pervirtieron metiendo con calzador el típico homenaje a los Beatles, esta vez con el estribillo de Yellow submarine. Hablando de Yellow, apenas acudieron a su debut con este tema y con Trouble¿cansados de su fama tal vez?.
Sin embargo, no descuidaron tanto el nuevo disco-excusa para salir de gira, X & Y (Capitol, 2005), que si bien escuchado en casa no es capaz de hacernos prestarle atención más de cinco minutos seguidos, ante un auditorio abarrotado cobró una nueva dimensión, con un puñado de temas llena-estadios como White shadows o Talk, que salvan los menos centrados como Swallowed in the sea. La grandilocuencia de Speed of sound (sí, la que tiene un tufillo a Clocks) te obliga a saltar, Square one a mover el culo y Fix you te remata como himno de las sad songs que abanderan los londinenses poniéndonos la piel de gallina.
Apenas hicieron un bis en el show donde para mayor gloria de su frontman, Will, Guy y Jon de nuevo cumplieron su faceta de banda profesional y correcta pero sin exceso alguno que les saque del segundo plano y pueda eclipsar al Bono del siglo XXI. Precisamente Bono fue el encargado de despedir al público desde el anuncio que emitieron de OXFAM, que hizo las veces de segundo bis y de moralina que mascar de camino a casa.
Autor: Jorge García