Seis años después de su último disco de originales, Always got tonight, el músico californiano regresa en plena forma con nuevas canciones country, rock y rockabilly sobre corazones rotos. Sus apariciones, sin demasiada fortuna, en el cine (El silencio de los corderos, El pequeño Buda), y desde 2001 la dedicación a su propio show televisivo (The Chris Isaak show hasta 2004; The Chris Isaak hour desde 2009), son circunstancias por las que ha tenido que relegar a un segundo plano la salida de un nuevo álbum, lo cual a la postre ha podido ser beneficioso.Porque si algo destaca en este nuevo disco es la variedad de estilos por los que discurre, algo que no hubiera podido ser de otra manera si Isaak no lo hubiera trabajado con tranquilidad y sin las prisas que mueven el mundo discográfico. Tranquilidad, por cierto, relativa, ya que el disco se grabó en tan sólo dos meses, con hasta cuatro productores distintos en estudios de Oakland, Hollywood y Los Angeles.
Dicha heterogeneidad se muestra en el rock más desenfrenado de Mr. Lonely Man o Very pretty hard; en el sonido más comercial del single We let her down; en las baladas con falsetto marca Roy Orbison, ya habituales, como You don´t cry like I do; en la firma Elvis de Cheater’s town, así como en las canciones más almibaradas con compañía, como Breaking apart, a dúo con Trisha Yearwood.
Quienes busquen un Lie to me, Blue Hotel o Wicked game deberán conformarse en este disco con una serie de buenas canciones, puede que no a la altura de las citadas, pero entre las que sobresale poderosamente Summer holiday. Hay que mencionar que el álbum incluye dos temas adicionales en su versión deluxe (I got it bad y Dream referred) y otros cuatro más en la versión iTunes (She, Movie star is sleeping, Keep the heartache real y Blues has found us).
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