Charades – En algún lugar
Es un buen momento para el optimismo. La inflación alcanza el cinco por ciento interanual, el petróleo supera los ciento diez dólares por barril y la tasa de crecimiento tiende a la baja. Sigues sin poder comprarte un piso y, encima, el puto jefe te ha amenazado con despedirte de tu mierda de curro. Mientras, sueñas con ser algún día un buen mileurista -como los que salen en El País- y poder pagarte unas vacaciones. Menos mal que nos queda Charades. Es tiempo de optimismo.
Y de buena salud. Con En ningún lugar (BCore, 2008), su segundo disco, primero para el sello barcelonés, Charades consiguen despejar las tormentas, subirnos el ánimo y empujarnos a la calle con euforia. Esto es pop español del bueno. Melodías alegres y pegadizas, coros clásicos e impecables, atmósferas llenas de matices y, sobre todo, excelentes canciones.
En veintitrés minutos y diez temas -once en la edición vinilo- esta banda plurinacional (ahora se dice «diversa») se muestra llena de inspiración a la hora de componer joyas de menos de ciento ochenta segundos. La canción que da título al álbum nos lleva a muchos lugares comunes porque «soñamos en alto». La preciosista El barco de Eric nos emociona y nos creemos que «detrás de la mirada se esconde la verdad». Sin olvidar la brillantez de La máquina del tiempo, que nos recuerda que podemos detener el reloj en la soledad de nuestra habitación. Letras en castellano intimistas y, algunas veces, melancólicas; palabras, en definitiva, que nos dicen que otra adolescencia hubiera sido posible.
La impecable producción de Santi García y, sin duda, el espíritu contemporáneo de la banda introducen sonoridades cercanas al pop tradicional con guitarras resofónicas, bajos acústicos, percusiones personales y sintetizadores envolventes. Todo ello sin etiquetas y sin caer en machacados territorios independientes de grandes almacenes. Isa (Bilbao), María (Barcelona), Coki (Ponferrada) y Guille (Madrid) dibujan un mapa lleno de sinceridad y buen rollo.
Quizá, además, con Charades nos encontremos con un botón de muestra de un necesario cambio de ciclo en la música popular. Hasta hace poco era necesario cantar un inglés de Home English o en un español para idiotas -o locos- para tener un reconocimiento de las distintas pandillas indies o del gran público. Decir «Fuck you» era sencillo y canturrear «María Rosa» animaba a rimar con sosa. Pues bien, una vez que hemos demostrado que nuestro conocimiento de la lengua anglosajona es aceptable y que Sabina no va a entrar en la Academia -¿o sí?-, parece que las bandas vuelven a las letras en castellano. Charades o Havalina son buen ejemplo de mejora con el cambio. En cualquier caso, atentos. Al final, va a ser un buen momento para el optimismo.