Candy Claws regresan a escena con otro personal trabajo en el que parecen retarnos con su definición: chillwave, electro-noise psicodélico, dream pop. En todo caso, el camino escogido ha sido el mismo que para su debut In the dream of the sea life. Si para aquél el dúo formado por Ryan Hover y Kay Bertholf tomaban como referencia una obra científica sobre los misterios del mar, para este Hidden lands (Two Syllable) han escogido otro tratado del estilo, en este caso The secret life of the forest de Richard M. Ketchum, de 1970.
En la instrumentación, la pareja ha sustituido parte de las guitarras por teclados, instrumentos que apenas manejaban, y que han empleado más con instinto que con experiencia. El dúo sigue aplicando la técnica de incorporar sonidos grabados de la naturaleza y, con la finalidad de completar un disco más homogéneo, cada canción contiene samples de otra. Como ya ocurriera en In the dream of the sea life, voces e instrumentos están tan ensamblados que las letras apenas se hacen perceptibles. Sin embargo, Hidden lands, donde volvemos a advertir influencias desdibujadas de Beach Boys o Ryūichi Sakamoto, carece de rutilantes canciones (destaca si acaso Warm florest floor), que era lo que hacía excepcional su disco de debut.
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