Big Star: Nothing can hurt me, primeras impresiones
Se estrena en EEUU el documental sobre la legendaria banda de Memphis que tanto ha inspirado a generaciones de músicos norteamericanos.
Big Star: Nothing can hurt me repasa los orígenes y la historia de la mítica banda desde finales de los sesenta cuando su vocalista Alex Chilton alcanzó el estrellato a los dieciséis años con The Box Tops y su número uno The Letter, hasta la reunión improvisada de Chilton y el cantante, guitarrista y compositor de Memphis Chris Bell; pasando por la grabación apoteósica de los tres discos principales de la banda: #1 Record, Radio City y Third/Sister Lovers (Ardent Records) y finaliza con la disolución del grupo debido a las bajas ventas de sus discos, sus problemas personales y el trágico fallecimiento de Chris Bell en 1978.
A pesar de no haber obtenido éxito entre el gran público, la crítica definió los tres álbumes de Big Star como obras esenciales de la música rock. Precursores de la música alternativa, Big Star ha servido de inspiración para artistas como REM, The Replacements, Belle & Sebastian, Elliot Smith y Flaming Lips, por nombrar unos pocos.
Big Star: Nothing can hurt me es una historia aleccionadora sobre la creciente corporatización en la música pop de los años 70 en tanto que las discográficas independientes como STAX (distribuidora de Ardent), radicada en Memphis, eran absorbidas o marginadas por grandes compañías. Los artistas cuya visión y estilo musical no se consideraba merecedor de sonar en la radio quedaban relegados al ostracismo hasta que muchos de ellos fueron descubiertos por una nueva estirpe de promesas de la música procedente de lugares como el club CBGB de Nueva York y las facultades universitarias de toda América. Englobado bajo el término “punk rock” a finales de los 70, el movimiento luchaba por reducir el control de las empresas de la industria musical y por recordar al mundo en qué consistía el rock and roll.
Time Out Magazine apunta sobre la película que “ «Millones de niños cantan a Alex Chilton,» Paul Westerberg cantaba, al modo de quimera. Este documental sobre la banda de Chilton no hará que su letra se haga realidad, pero te recordará cuán influyentes fueron para una generación de alt-rockers”. Para Indie Wire «debería ser suficente el poder ofrecer a una nueva generación de aficionados los grandes hits de una banda que, irónicamente, no tuvieron ninguno, y, mientras que resulta recomendable a los fans de la formación, advierto que puede dejar con ganas de más”. En su desarrollo, comenta New York Times, “la historia del grupo se materializa, con detalles de Memphis y cuidadoso manejo, a través de entrevistas reflexivas con asociados admiradores y dos miembros, el baterista Jody Stephens y el bajista Andy Hummel” y sobre las visión que de deja ver del grupo en el documental reflexiona Entertainment Weekly que “tal vez era irónicamente el nombre (…) tal vez fue su falta de teatralidad de grandes estadios. O tal vez era simplemente cuestión de estar mordidos por las serpientes de la mala suerte.En cualquier caso, Big Star nunca logró encontrar el público que se merecían” y concluye NPR “Big Star fue esencialmente la banda de Chris Bell, y emocionalmente, Big Star: Nothing can hurt me es la película de Bell. Unido al club de los “muertos a los 27” a través de un accidente de coche 1978, dejó tras de sí una multa, un álbum entonces inédito y dos hermanos que cuentan su historia conmovedora. Así, del modo en que relatan sus últimos años, la tristeza de las canciones de Bell llega a parecer inquietantemente profética”.