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Atoms For Peace (Razzmatazz, Barcelona, 17-04-2013)

Atoms For Peace (189)RetLos dioses del Olimpo tampoco son infalibles.

Ayer por la noche Thom Yorke, líder de la banda británica Radiohead, y Nigel Godrich, su productor de toda la vida, presentaron en la sala Razzmatazz de Barcelona el primer trabajo de Atoms For Peace, un supergrupo formado por ellos dos, Flea, el bajista de Red Hot Chili Peppers, y un par de músicos más que acompañaron al primero de todos en la gira de su primer Lp en solitario, hace ya algunos años. La sala, que organizaba el concierto a través de su promotora, Miles Away, se permitió el lujo de colgar el cartel de sold out, y casi se quedó pequeña para la ocasión. Fue una abarrotada fiesta programada para casi seis horas (21-3am): la materialización en directo del Amok (XL Recordings, 2013), su álbum de debut, que hasta ahora solo se había visto en Londres, Nueva York y Berlín; y tal privilegio, como es natural, nos había hecho presagiar una gran noche. Sin embargo, algo falló en el plan del todopoderoso Thom, quien parece cada día más humano y más trascendental a la vez.

Atoms For Peace (102)RetEs difícil describir el contraste entre las expectativas y el resultado final del concierto, sobre todo si se pretende evitar a toda costa el uso de palabras como decepción, aburrimiento o desánimo. No creo que entrase en el programa el acelerado vaciado de la sala a la una, tras las dos horas de concierto propiamente dicho, ni el escaso aforo que se quedó entonces para disfrutar de un epílogo, a modo de dj set, brindado casi sin interrupción por los mismos Godrich y Yorke. Ni tampoco, dicho sea de paso, la tímida aceptación de los teloneros, Baldo y Nathan Fake, por muy ilustre que fuera el segundo. Es verdad que si muchas de las expectativas se hubieran formado únicamente alrededor del nombre de Yorke, o peor aún, del de Radiohead, resultaría mucho más fácil explicarlo todo; pero no creo que haya sido el caso mayoritario, aunque estoy seguro de que se ha dado.

Atoms For Peace (220)Ret2El plan, ciertamente, resultaba atractivo: Godrich se encargaría de los aparatos, y Yorke, además de compartir con éste la labor de construcción de la base electrónica, jugaría con su voz y con guitarras conectadas a la red. La dilatada y contrastada experiencia de ambos, junto con el notable material, hecho desde y para el directo, que traían bajo el brazo, deberían haber sido suficientes para conformar un directo sin fisuras, pero desgraciadamente no fue así. Y no tanto por el enmarañado resultado musical que acertaron a crear, que en demasiados momentos se notó ligeramente falto de sustancia más allá de las reminiscencias, sino sobre todo por el desarrollo irregular de un setlist que, aunque generoso y bastante sorprendente, resultó una plasmación del material en directo más plana, monolítica y rutinaria de lo que cabía esperar. Tampoco ayudó la sonoridad del local, que aunque curiosamente fue a mejor, no impidió que el concierto, por el contrario, fuera de más a menos.

Atoms For Peace (256)RetEn absoluto podría catalogarse como de mal concierto el que dieron ayer la mitad de los Atoms For Peace, pero no resultó especialmente impresionante. La espectacularidad se centró más bien en unos visuales, los de Tarik Barri, a medio camino entre la psicodelia sana e interpretativa y el arte abstracto de principios del siglo XX, que aportaron todo el cromatismo y la agilidad que le presuponíamos a la banda, aunque vinieran solo dos miembros. Porque, en efecto, dio la sensación de que Thom no tenía ganas de arriesgar demasiado. Tampoco dio excesivas muestras de esa actitud vanguardista y a la vez humilde que acentúa sus virtudes. Aunque el problema, tal vez, es que le exigimos demasiado, esperando de él siempre lo mejor, como si de un bufón de corte se tratase: expuesto ante el público para su regocijo, y jugándose el cuello si aburre a alguien. Y ante las miradas de asombro e impaciencia, Yorke se dedica a bailotear. Todos le exigimos el concierto de nuestra vida, y a lo mejor no es justo.

Atoms For Peace (87)RetEn general echamos de menos una instrumentación más amplia y un mayor uso de las guitarras, no solo como mero alimento para la electrónica. Su voz, carismática donde las haya, luce más cuando se acompaña de sonidos madereros provenientes de instrumentos naturales: apareció con menor profundidad y el eco resultaba inocuo, perdiendo mucha de la tridimensionalidad que se respira en el Cd, y, en general, todo el vértigo y la sensación de excepcionalidad que es capaz de aportar Yorke solo cantando. Esperábamos que se expresara también con la guitarra, pero su apuesta por la electrónica, en esta ocasión, eclipsó su característico concepto de rock metonímico. Y al perderse la metonimia, todo resulta más explícito, burdo y vulgar. Lo habían avisado los teloneros: Nathan Fake, en su versión menos compasiva y sutil, y más contundente, lo había augurado previamente.

Atoms For Peace (274)RetEn cualquier caso, y sin detenerme demasiado en las sensaciones de tedio, previsibilidad y desilusión, que se fueron extendiendo por la sala a medida que avanzaba el concierto de Atoms For Peace, hay que decir que Thom Yorke tiene algo muy magnético en sus formas. Solo con su voz, su estética, su baile, sus contoneos, gestos y escorzos, es capaz de cubrirlo todo de elegancia. Se lo pasó en grande con Godrich, pinchando, desahogándose y expresando al menos parte de toda esa musicalidad que lleva dentro, entre risotadas, tras la mesa de mezclas, y desfiles por delante de la misma. Interpretaron canciones del The Eraser (XL Recordings, 2006) y lo más destacado del Amok, para bien o para mal, de manera coherente, enlazando un tema con otro y convirtiéndolos a la postre en un todo bastante compacto y conceptualmente firme, pese a las fallas.

Al salir de Razzmatazz, pasadas la una y media, y mientras Yorke se quedaba pinchando para unos poco dentro del enorme complejo, pensé para mis adentro que ahí dejaba yo a uno de los más grandes artistas musicales de nuestra era. Me resistí un poco a irme, por lo excepcional, pero finalmente lo hice, sabiendo que el pescado estaba vendido, pero con una frase en mis retinas: gracias por 20 años de música alucinante.

Fotos de Pablo Luna Chao.

Escucha el setlist del concierto en Spotify, o míralo aquí.

3 comentarios

  1. Buenísima crítica Pablo. Creo que coincidimos en la misma sensación que me dejó a mi. Bajo mi punto de vista fallaron varias cosas. Las expectativas del público que aún sabiendo que iban a ver a «Thom + Nigel» esperaban ver un concierto de rock (creo que nadie se percató del nivel del dj de Norfolk) y el hecho queel cantante de Atoms no podía tener mas cacharros tapando su visión! La gente quería verle bailar cantar y tocar delante del escenario, y eso se demostró en el momento en que se marcó unos bailoteos y el público lo ovacionó.

    Por cierto muy buen blog!

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