American Music Club – Love songs for patriots
¿Por qué se han reunido American Music Club? Han pasado ya 10 años desde su anterior disco y Mark Eitzel ha sacado multitud de trabajos en solitario sin que parezca que necesite reencontrarse con su pasado. Pero aquí están, su líder no nos deja descubrir la razón, prefiere preguntarnos a nosotros «¿Por qué no?» y jugar con la duda. Pero lo importante es que, al contrario que otras reuniones, aquí no interesan tanto los conciertos como la creación de un nuevo disco, una muestra de la integridad artística que el grupo siempre ha mantenido. Incuestionable gracias a su duro trabajo y a su capacidad para ir construyendo álbums que siempre iban ayudando a la configuración de su carrera. Su punto álgido tal vez estuvo en 1991, cuando Everclear definió totalmente su música y se instauró en el imaginario colectivo de una aún vigente corriente transatlántica relacionada con el alt-country, en lo que ahora la gente prefiere llamar solamente «americana». Nos encontramos 14 años después. ¿Qué nos puede aportar a estas alturas American Music Club?
Por suerte, nos puede aportar lo mismo que entonces. Parece que el tiempo no pasa por el quinteto, salvo para ir puliendo todas y cada una de sus habilidades. Este Love songs for patriots es un compendio de 13 temas que pasean por lo más oscuro y triste de la condición humana de la mano de un guía privilegiado. Alcohólico declarado, capaz de lo mejor y lo peor en sus directos, y uno de los letristas mejor considerados en el mundo americano, Mark Eitzel demuestra estar en plena forma. De hecho muchos de los temas de su nuevo trabajo ya fueron tocados por él en solitario en su última gira, donde Patriot’s heart o America loves the minstrel show no solían faltar en sus setlists.
A su lado se ha reunido todo el viejo grupo. Un conjunto heterogéneo de músicos, los cuales han pasado esta última década en una suerte de desaparición forzada, algunos incluso separados de la práctica profesional con sus instrumentos, pero parece que sin perder ni un ápice de su fuerza. Se nota el transcurrir del tiempo, pero se compensa con la experiencia, y es complicado encontrar ahora una banda que suene tan conjuntada y natural como estos AMC. Nadie destaca, nadie falla, todos hacen lo que deben, y de un modo sobresaliente.
Pero, sin embargo, las canciones siempre han sido el punto fuerte de los discos de la formación americana. La concepción global de sus producciones puede ser más discutible, pero la calidad de sus composiciones tomadas como entidades únicas es indudable. Y en este regreso nos muestran una fuerza en los temas difícilmente imaginable. Sin rendirse de un modo absoluto a la melancolía que siempre ha sido su marca de personalidad, nos llevan a los límites de la sociedad, a los lugares más inhóspitos, habitados solamente por perdedores y por gente que ya ha dejado de importar a sus semejantes. Allí nos presentan con su música un mundo que nos embarga, nos llena para dejarnos atrapados en una espiral de depresión y oscuridad. Pero sin perder nunca de vista el que deben existir instantes para la recordar lo fugaz de la felicidad o la alegría, elementos que no hacen sino dar más valor al proceso de descenso a los infiernos que ejemplifica todo trabajo de la banda.
Los pasajes torturados de temas como Job to do se ven así totalmente contrastados y potenciados por la belleza de otras composiciones como la magistral y conscientemente preciosista Another morning, donde Eitzel echa el resto en un tema lleno de una poesía y luminosidad que raramente encontraremos en su producción. A su lado se sitúan trabajos más épicos como la apertura con Ladies and Gentlemen, la atmosférica Patriot’s heart, la más sensible Love is o la muy propia del estilo del grupo Only love can set you free. Con esos seis temas se cierra una de las caras en el vinilo, y una de las unidades del disco en cualquier formato.
Seis canciones que nos devuelven a unos AMC en forma, pero que apenas nos preparan para lo que viene. Porque si hasta ahora estamos en el terreno del feliz reencuentro, a partir del séptimo corte podremos volver a enamorarnos del sonido de la banda. Mantovani the mind reader nos empieza a atrapar, esa voz perdida entre el piano nos abre las puertas a una serie de temas magistrales. Home nos devuelve a los territorios más tranquilos de la banda, pero su mayor valor posiblemente sea el de pavimentar el camino para uno de los mejores momentos del disco y, posiblemente, de este 2004. Myopic books se erige inmediatamente en una de esas raras joyas con las que la música nos obsequia sólamente en contadas ocasiones. El hermoso carácter minimalista del tema, su cualidad melancólica pero feliz, todo es perfecto durante los tres minutos y medio que dura la canción.
Tras ella entramos en el último tramo del disco, que se inicia con America loves the minstrel show. Un tema más convencional que el resto de los de esta segunda parte, consigue sin embargo no bajar en ningún momento el ritmo, ganando potencia gradualmente y sirviendo como aperitivo para esta parte del trabajo. La sigue en nuestra escucha una muestra de los los AMC más animados, en la línea de su gran Crabwalk del Everclear. Estamos ante The horseshoe wreath in bloom, un ejemplo de la música más alegre y bailable que uno puede esperar de la banda, perfecta para imaginarnos brindando con los amigos. Y es que la felicidad de Eitzel siempre tiene más puntos en común con la inducida por el alcohol que con cualquier otra.
Pero el álbum debe llegar, tarde o temprano, a un final, que en esta ocasión está constituido por dos temas redondos en su función. Volviendo a su registro más sombrío y a algunas de sus letras más incisivas, Song of the rats leaving the sinking ship y The devil needs you trabajan como una unidad, creando una sensación de abandono que acaba con el disco y nos devuelve a la dura realidad, ésa de la que nos habla todo el trabajo del grupo.
American Music Club han vuelto, y lo han hecho a lo grande, con uno de esos discos que muestran como en ocasiones el Diablo sabe más por viejo que por Diablo. Desterrando defectos anteriores y potenciando sus mejores bazas creativas, están aquí para quedarse de nuevo. Fans de la banda, o simplemente aficionados a la buena música, estamos todos de enhorabuena.