Aloud Music Festival 2013. Día 2
Aloud Music Festival 2013. Día 2: Stories From The Lost, Giardini di Miró, Yndi Halda, The Samuel Jackson Five y Powder! Go Away.
El segundo acto del Aloud Music Festival 2013, dividido en 5 escenas, se desarrolló anoche en La[2] de Apolo, en el que probablemente debería ser su hábitat natural. Las dimensiones, la acústica e incluso la atmósfera lumínica de la sala parecen no pedir otra cosa que shoegaze, noise o post-rock: tal vez porque alberga de por sí un carácter claroscuro y genera un ambiente algo underground, sin llegar a ser marginal. Pocas veces, además, la he visto tan llena como ayer, y el eco humano en este tipo de veladas suele valer su peso en oro. Pero es que la oferta, con las 5 bandas europeas del cartel, valía de verdad la pena: Stories From The Lost de Bélgica, Giardini di Miró de Italia, Yndi Halda del Reino Unido, The Samuel Jackson Five de Noruega y los rusos Powder! Go Away, con una pausa después de los tres primeros para que el respetable cenara algo.
Abrieron fuego en primer lugar los belgas Stories From The Lost, embajadores de excepción de Dunk!, el sello de referencia del género en su país, y responsable del festival de post-rock más importante de Europa (el Dunk! Festival, anunciado por la sala). En general plantearon un directo sin fisuras: un bloque inescrutable construido en estricta verticalidad y esculpido a hachazos de guitarras en riff, con el pulso de un bajo negro y ardiente, conformando melodías duras, de una textura parecida a la del metal dilatado. Demostrando tal vez poca cintura, pero sobrada fuerza, los de Zottegem son el tipo de grupo de post-rock (metal) instrumental que parece por encima de la ética y los sentimientos; no parece tener piedad: son pura materialidad. De hecho, si tuvieran que personificar al personaje de alguna mitología, sin duda serían, ya no Thor, sino su martillo: el azote justo y divino de los hombres.
Difícilmente una descripción así podría corresponder a una banda latina, así que los Giardini di Miró marcaron un importante cambio de tercio a continuación: tienen otra sangre, y abrieron rápidamente una ventana en el muro que los belgas habían erigido en el escenario. Fueron los primeros, después de tres grupos en dos días, que abrieron la boca, y no solo para dar las gracias. Pero sobre todo destacaron por la tridimensionalidad con la que logran representar sus canciones, por la calidez y el toque humano de sus arreglos de violín y trompeta, y por el absoluto dominio de una gama amplia de ritmos, tempos, progresiones y, en definitiva, de vías de escape del género, de la angustia que produce el adentrarse, más y más, cada vez más al fondo, en las tinieblas sentimentales del post-rock instrumental más ortodoxo. Unas tinieblas, y una distancia, la que marcan con ellas voluntariamente, que se reflejaron a la perfección en Rome: compendio de sus buenas artes.
De todo el cartel, incluso por encima de las bandas nacionales y locales, es probable que Giardini di Miró e Yndi Halda fueran los grupos más considerados de culto por parte del público asistente: unos por su larga carrera ya contrastada, y los británicos, tal vez, por su excepcionalidad, y por ser una de las formaciones más sensible de cuantas haya dado el post-rock instrumental desde que existe, plasmado además en un único e irrepetible Cd, Enjoy Eternal Bliss (Big Scary Monster, 2007). Pero a los de Brighton no les faltó material para deleitar a una ya abarrotada sala, casi en el ecuador del festival, por no decir en su momento cumbre. Al margen de la rica creatividad de los italianos, Yndi Halda destacan entre las bandas del festival por poseer, al menos en mi opinión, las melodías y desarrollos más acertados, emocionantes y, a la vez, sencillos: la humildad, la intimidad y la sinceridad son básico en este estilo de música.
Se hicieron disculpar sobradamente por los problemas técnicos que padecieron en un par de momentos, que no llegaron a ensombrecer ni un segundo de su actuación. Abrieron y cerraron como en su ópera prima, con Dash And Blast e Illuminate My Heart, My Darling, rozando con la punta de los dedos los jirones de las nubes de una tormenta pasajera. La épica que utilizan no es de la que habla de reyes y grandes batallas, sino de la que trata de uno mismo, del pequeño ser que llevamos dentro, y de sus luchas internas, que no le importan a nadie. Y esta gente las engrandece; las ennoblece de tal forma que logran transformar la purga personal en una auténtica liturgia colectiva. Silenciosa pero atronadora. Tal vez sean más pequeños y modestos, pero en proporción seguramente son los más mágicos. Algunos recordaban su bolo en 2007, pero todos recordaremos su conciertazo de ayer. Sobresaliente para Yndi Halda.
El riesgo de programar una pausa de hora y media, necesaria para cenar, comentar y digerir lo escuchado, pasada la medianoche, es que mucho público podía darse por satisfecho y renunciar a las dos bandas que aún quedaban en esta segunda jornada de Aloud Music Festival 2013. Había habido ya mucha calidad sobre el escenario, y la inmaculada sensación que nos dejaron los británicos en el cuerpo merecía un perímetro de respeto. En ese sentido, al volver a La[2] tras el intermezzo, pareció llover sobre, más que sobre mojado, sobre una superficie ya enjuagada. Tal vez después de la dilatación general sufrida con Yndi Halda, mis pupilas auditivas no estaban preparadas para el grado de contundencia de The Samuel Jackson Five, que estuvo sin embargo en consonancia con el alma del festival. Pero fue evidente su sintonía con un público reducido dispuesto a seguir mojado. La cascada no cesa, solo ha cerrado los ojos un momento. (Pedimos disculpas por no asistir al concierto de Powder! Go Away)
Fotos de Pablo Luna Chao.
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