Alabama Shakes (Apolo, Barcelona, 13-08-2013)
Alabama es un lugar cálido y húmedo.
La música es, definitivamente, un asunto térmico: cada género tiene su temperatura concreta, su punto de cocción adecuado. Pero resulta que no es algo que pueda estipularse premeditadamente a través de las partituras, simple y mecánicamente: es algo que subyace en el alma de cada artista, por sus raíces, sus influencias o por su propia idiosincrasia, y que se manifiesta espontáneamente entre las líneas de la composición y, sobre todo, en directo. Puede llegar a ser incluso una sensación ambiental completa, definiendo, a parte de los grados, la pertenencia a un tipo de clima u otro. Desde las baladas árticas de tipos como Jonsi, múm u Ólafur Arnalds, por ejemplo, hasta la pulsión del blues en la humedad de la cuenca baja del Mississippi, toda la música es una cuestión de temperatura y de sensación ambiental. Y Alabama Shakes, en ese sentido, tienen el termostato bien ajustado en el pegajoso y caluroso rock sureño de su Alabama natal.
Tocaban ayer en Barcelona, en una sala Apolo que llevaba varios meses sin albergar un concierto de tal magnitud y alcance. Tal vez por eso se llenó, aunque probablemente fue por la capacidad de contagio que ha tenido el éxito de esta joven banda desde su debut el año pasado. En la estela de la re-popularización definitiva del blues-rock de la mano de The Black Keys, publicaron Boys & Girls (ATO Records/Rough Trade, 2012) en primavera, y para el verano ya habían llamado la atención de la crítica musical en todo el mundo, llegando alto en la mayoría de las listas de ventas. Se estrenaron entonces en Madrid, en un vibrante concierto en la mítica sala Sol, pero nada tuvo nada que ver con lo que pudimos ver anoche, al fin, en Barcelona. Pero eso sí: la misma Brittany Howard, rompiendo el escenario con su voz prodigiosa, lideró a su banda tórrida y pasionalmente como la primera vez.
Es difícil no mirarla sin parar, esperando que un espasmo, un retorcimiento o un grito desgarrado arranque todo el soul de sus entrañas y nos lo entregue a raudales. Su interpretación es siempre visceral, directa y sin filtro alguno, y entre su voz, un potente chorro solo comparable con el caudal de las cascadas subtropicales en plena temporada de lluvias, y los oídos del público, a veces sobraba hasta el micrófono. Howard parece una montaña salvaje que llora expresándose de la única manera que sabe hacerlo: con un soul indomable que transmite la fuerza y profundidad de sus raíces, y a la vez esa enorme sensibilidad que hay siempre en la música negra. Ayer, en algo menos de hora y media, puso a sus pies Apolo, caldeando a su propia temperatura una noche de bochorno, y haciendo gala de unas tablas impresionantes y de un material potente y ya bastante curtido.
A parte de Boys & Girls, que sonó casi íntegro, Albama Shakes presentaron nuevas canciones. No tardarán en publicar un segundo álbum, y entonces hasta Apolo se les hará pequeña. Anoche, sin embargo, y pese a que los cinco dieron muestras de una seguridad absoluta, pudo apreciarse un ligero agotamiento sentimental en varias de las canciones conocidas que interpretaron, resultando a su lado frescas y rejuvenecedoras las nuevas, que en absoluto desentonaron. Es como si Howard quisiera pasar ciertas páginas de su vida, presentes en muchas de las canciones de su primer disco, y no pudiera por motivos de promoción: deseosa de mostrar nuevas historias y vivencias, interpreta temas de los que parece no querer hablar ya más, manteniendo sin embargo el pacto con el público. Por eso se presentan algo gastados (en el buen sentido), más ajados y curtidos. Cicatrices que borra cantándolas.
En un año han crecido de forma vertiginosa: a la espera de que un segundo trabajo los confirme, son ya una gran banda con un directo a la altura. Y no es que en Madrid no dieran la talla, hace ahora 13 meses: sorprendió enormemente la fuerza y extroversión con la que rompieron el cascarón; pero ayer, en Apolo, mostraron signos de una madurez inusitada, amén de un dominio absoluto de todas las reglas del juego del blues-rock y del soul. Mención especial merece la interpretación que hicieron de Boys & Girls, tema que pone título a su único Lp, y una de las más lentas del repertorio. Lograron que toda la sala guardase silencio, Howard dejó a un lado su guitarra, y emocionó al personal como pocas cantantes son capaces de hacer hoy en día agarrando el calor con su voz, estrujándolo con precisión. Tampoco faltaron Be Mine, con la que abrieron, Hold On, I Found You o Heartbreaker: un setlist asombroso para unos debutantes en la condal.
Fotos de Pablo Luna Chao.
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