La película de la semana: La Crónica Francesa
Se estrena finalmente la nueva película de uno de los grandes genios de los últimos años, Wes Anderson.
La Crónica Francesa terminó la producción en marzo de 2019, pero tuvo que quedarse archivada durante toda la pandemia de COVID-19 hasta hace apenas unas semanas en su estreno oficial en Cannes. La película incluye entre sus protagonistas principales a Frances McDormand como Fabian Nürnberger, Bill Murray como Arthur Howitzer Jr., Timothée Chalamet como Zeffirelli, Jeffrey Wright como Roebuck Wright, Christoph Waltz como Boris Schommers y Jason Schwartzman como Hermes Jones. A ellos se suma un numeroso reparto compuesto por Benicio del Toro, Léa Seydoux, Tilda Swinton, Saoirse Ronan, Kate Winslet, Owen Wilson o Elisabeth Moss. Es la décima película de Wes Anderson, después de sus celebradas The Darjeeling Limited, Fantastic Mr Fox, The Grand Budapest Hotel, y la más reciente Isle of Dogs, nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película de Animación.
The French Dispatch es un drama ambientado en la ciudad francesa ficticia de Ennui-sur-Blasé, después de la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente se esperaba que la película fuera un musical, pero Anderson todavía no dio ese paso, pese a que la música es un elemento importante en su ambientación. La prueba es que la BSO está a cargo del oscarizado Alexandre Desplat y que vendrá acompañada de un álbum completo de Jarvis Cocker con canciones francesas de los años 60s. Es más bien descrita como una «carta de amor a los periodistas ambientada en un un periódico estadounidense en el siglo XX en París». Para Wes Anderson «la historia no es fácil de explicar. [Se trata de un] periodista estadounidense radicado en Francia [que] crea su revista. Es más un retrato de este hombre, de este periodista que lucha por escribir lo que quiere escribir. No es una película sobre la libertad de prensa, pero cuando hablas de periodistas también hablas de lo que sucede en el mundo real».
La Crónica Francesa es una serie de viñetas episódicas, todas posicionadas como artículos para la revista titular. La película está dividida en «un obituario, una guía de viaje y tres artículos de fondo», que evocan la experiencia de sus lecturas y celebran el tipo de escritores excéntricos y orgullosamente literarios. Junto con el estreno de la película, el director ha publicado An Editor’s Burial, una antología de escritos que inspiraron la película, muchos originalmente publicados en The New Yorker. «Creo que se convirtió en una película sobre lo que mi amigo y coguionista Hugo Guinness llama emigración inversa. Él piensa que los estadounidenses que van a Europa están emigrando a la inversa», confesó recientemente en una entrevista al periódico del cual se inspiró, The New Yorker. Bill Murray interpreta al fundador y editor en jefe de The French Dispatch, Arthur Howitzer Jr., quien se basa en el verdadero cofundador y editor en jefe de The New Yorker, Harold Ross. Ross era miembro de la famosa Mesa Redonda de Algonquin, un grupo de periodistas, críticos, escritores, actores y actrices relacionados con el mundo del espectáculo y la farándula de Broadway que almorzaba y se reunía en el hotel Algonquín de Manhattan en torno a mesas de cribbage, bridge y póker, formando una ácida tertulia crítica entre 1919 y 1929. El colectivo incluía también a personas como Dorothy Parker, George S. Kaufman, Robert Benchley e incluso los humoristas Groucho y Harpo Marx.
La película, como el propio director ha reconocido, toma prestada a los clásicos del cine francés como Godard, Vigo, Truffaut, Clouzot, Duvivier, Jacques Becker, especialmente con guiños a películas de cine negro como El asesino vive en el 21 (1942), Grisbi (1954) y Le Trou (1960) y sobre todo con una referencia abierta a Mon Oncle (1958) de Jacques Tati y al estilo de animación de los cómics franceses. La cinta ha recibido numerosas críticas elogiosas, pero, si somos rigurosos, también más de un varapalo. Para Variety Anderson «en el pasado, ha sido acusado de hacer películas de casas de muñecas demasiado elaboradas y, si bien repite muchos de sus trucos favoritos (…) esta vez se siente como si hubiera un mundo lleno más allá de los bordes cuidadosamente controlados del marco». Según The Hollywood Reporter «rebosante de delicias visuales artesanales y actuaciones excéntricas de un conjunto apilado totalmente en sintonía con la manera característica del escritor-director, esta es la película equivalente a una colección de cuentos». Para BBC «su destreza es tan abrumadora que, a menos que ya sea alérgico a sus tics y marcas registradas, debería entusiasmarse con los muchos, muchos placeres incidentales de la película. Una cosa es segura: no hay nada como The French Dispatch, excepto las otras películas de Anderson, por supuesto». Para Time Out, sin embargo «mucho más fácil de admirar y apreciar que de enamorarse perdidamente, en The French Dispatch tienes a Wes Anderson en modo megamix completo mientras empaqueta tres historias cortas en una estructura de antología que burbujea con extravagancias e ideas, antes de desplomarse bajo el peso de su propia carga narrativa» y según Vanity Fair «la película (…) es quisquillosa, muy detallada y difícil de entender. Donde los mundos elaborados del pasado de Anderson nos han invitado a entrar con todos sus detalles acogedores, el de The French Dispatch parece olfatear con arrogancia en nuestra dirección; no le importa mucho si lo conseguimos».