[Crónica] Johnny Burning (Madrid, 15/05/2021)
El músico presentó en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid su primer disco en solitario, 'Hagámoslo'
El año y pico de parón de conciertos inducido por el coronavirus ha favorecido la grabación del primer disco en solitario de Johnny Cifuentes, Hagámoslo, notable tratado de rocanrol que reúne en sus diez canciones caras y lugares siempre reconocibles para los seguidores de Burning: Stones, Lou Reed, The New York Dolls, Madrid. Etcétera. Tocaba ahora presentarlo en directo, y qué día más propicio que un 15 de mayo, festividad de San Isidro, en el Teatro EDP Gran Vía frente a un público caldeado desde bien temprano y rodeado sobre el escenario por una artillería propia de tiempos prepandémicos compuesta por guitarras, batería, percusión, bajo, trompeta y un par de saxos. Johnny lidera el cotarro tras las teclas, obvio, pero son frecuentes sus incursiones al micrófono situado a escasos centímetros de la primera fila de butacas para aullarnos de qué va (o iba) esto del rock’n’roll, aunque el reloj marque la hora del vermú y ahí fuera haga un solazo de justicia que sofríe incluso chulapos y chulapas.
La primera parte del repertorio se centró en el nuevo álbum, interpretado sin concesiones de arriba abajo: tanto los temas que abrazan sonoridades añejas y reconocibles (Un duro invierno, El diablo en el hoyo) como aquellos otros con menos revoluciones pero probablemente más reflexivos (se incluirían aquí Eric, Tal vez seas tú o Malas tierras, con mención en su introducción a la película de Terrence Malick) irrumpieron en vivo con hechuras de composiciones importantes, de clásicos; de tener algo que decir y saber cómo hacerlo. Sería a partir de Adicción, al poco de comenzar y con la asistencia de un Rubén Pozo que compareció en un par de canciones para inyectar licks y matices, cuando quedó claro y meridiano que el material incluido en Hagámoslo se crece hasta límites insospechados en su traslación del estudio al escenario. Echen la culpa a una banda que parece llevar meses en la carretera y que contó con un espléndido segundo de a bordo para canalizar el vendaval decibélico en la figura del guitarrista Nico Álvarez.
Durante la segunda hora del recital tocó picotear del catálogo de Burning: Bestia azul, Tú te lo llevas todo, Purasangre y las inevitables ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? y Mueve tus caderas impulsaron el desmelene generalizado entre los asistentes, que se mantuvieron siempre atornillados a sus asientos y con las mascarillas bien ajustadas al rostro. «¡Diantres!», bramó alguien a escasos metros con los brazos levantados, «qué ganas de esto y de lo otro». Ginebra seca y Esto es un atraco serían los dos últimos tragos del aperitivo-rock antes de enfilar la salida hacia calles ardientes y consumir el resto del día bien embriagados ya de la cosa esta que proporciona el rock and roll. Se desconoce con precisión qué carajo es, pero quien lo probó lo sabe.